lunes, 27 de abril de 2009

¿Y el ligue? (Entrega 4: ¿QUÉ FALTA?)

Reproduzco palabras más, palabras menos, un fragmento de lo que dijo el Presidente Calderón ayer domingo:

"Eviten asistir a lugares concurridos, tales como conciertos, eventos deportivos, discotecas, restaurantes, así como a los sitios que los jóvenes de hoy conocen como 'antros' ".

Lectores, he ahí el epicentro del temblor de hoy, nomás que tardó en llegar. ¿No hubo ni un pinche asesor de Calderón que le aconsejara evitarse todo la basofia de preludio a la palabra 'antros'? ¿No podía decir antros?

Pero bueno, más allá de esta minucia, y que ahora creo que Calderón tiene 78 años, me preocupa algo en particular: ¿qué pasará con la cultura del ligue?

Piénsenlo: de hoy en adelante todos tendremos presente en nuestras mentes la palabra 'Influenza' cuando conozcamos a alguien a quien le pretendemos dejársela irapuato con todo y fresas. Como si no fuera suficiente estar al pendiente de todo el buffet de enfermedades venéreas que existen, ahora tenemos que incluir este nuevo fenómeno en las consideraciones antes de rifarse unos besotes con una chica.

¿Qué falta? Pues que las ya de por sí cotizadas chilangas se den aún más su taco a la hora de ligar so pretexto de la pinche Influenza. Si antes era una batalla, ahora será una cruzada completa sacar unos inocentes arrumacos porque... ay, no vayas a estar infectado. Uuuuuts.

Me aterra el promo de advertencia: "Evita saludar de mano y MENOS de beso". ¿Entonces qué? ¿Nada de piquitos? ¿Lengüetazos? ¿Maniobras acrobáticas con las amígdalas? Y... ¿el B.Job?

¿Ah verdad?

Y esto es una vez que reestablezcan la actividad en "los sitios que los jóvenes de hoy conocen como 'antros'", porque mientras, ¿dónde vamos a conocer gente?, ¿en los súpers mientras viene el panic shopping?

- Hola...
- Hola...
- ¿Atún en lata? Bieeen...
- Sip, dicen que el Nair sale rico...
- Mmm, o el Tuny...

(Grillos, por favor)

¿Qué falta? Que el País se convierta en León, Guanajuato. Ahí sí que estamos fritos.

Pinche Influenza.

El genoma defeño (Entrega 4: ¿QUÉ FALTA?)


"No salir a menos de que sea estrictamente necesario para no contagiar(se)". Y.... shazaaaam: que nos tiembla.

Si existe el síndrome anti chilango (que está más que claro que existe) hoy es de esos días en que nuestros enemigos andan de plácemes. Algún sombrerudo debe estar cajeteado de la risa, viendo "nuestras" noticias.

Justo a las 11:46 de la mañana... ¡verde! que comienza a temblar y todos los que andaban metiditos debajo de sus techos (con todo y la respectiva chamaquiza que anda de vacaciones en plena semana no santa) a respirar aire impuro por razones ondulatorias. Por lo que alcancé a ver, le seguimos teniendo más miedo al techo que al virus. Hay prioridades. El genoma defeño es irreductiblemente telúrico.

Lo que me llama la atención es el poder de la risa del mexicano ante esta clase de eventualidades. No tardaron los nicks en salir a decir la máxima de los colmos: "Ya nomás falta que nos orine un perro, jaja". Definitivo: no hay colmo más grande que éste. Un cliché tan gracioso como cierto.

En tal caso, yo hice mi propia selección de colmos para una ciudad azotada al mismo tiempo por 1) la influenza y 2) un temblor sumamente inoportuno:

Ya nomás falta:

- Que digan que, por salud, se prohibe echar guayabo
- Que Chivas sea campeón
- Qué bauticen bajo el nombre "Influenza"
- Que salga AMLO a decir que con él no habría influenza ni habría temblado
- Que Cruz Azul le gane al América
- Que se encuere Carmen Salinas porque cree que el cuerpo humano es un tesoro hermoso
- Que se lancen tapabocas oficiales de equipos de futbol
- Que Bono se haga embajador mundial de la salud y en la gira de U2, a través de las pantallas gigantes, el mamador quiera enlazar en vivo con Calderón para cuestionarlo por la pandemia
- Que los de Sólo para Mujeres usen su tanguita tutifruti de cubrebocas

Digo esto porque, de todos modos, ya hubo quienes asaltaron un Sanborn's con ayuda del cubrebocas, ya salieron otros a decir que esto es un "acto de terrorismo" del gobierno para desviar la atención y otros más ya le pintaron a su cubrebocas el escudo de Pumas.

Por cierto, el dólar, que finalmente venía bajando, acaba de subir.

lunes, 20 de abril de 2009

La mantecadita (Entrega 3: PAN DULCE)


Hace unos meses, mientras estaba atrapado en el tráfico, llegué a una ociosa conclusión: el concepto mantecadita me encanta porque aplica para un tipo de mujer que no me desagrada en lo más mínimo.

A la mantecada todos podrán recordarle como aquel pan cuya parte superior (la que forma como un honguito esponjoso) se derrama levemente sobre el papel rojo, ese arrugadito que es delicioso desprender para, después, pegarle una buena mordida al pan ya encueradito.

Muy bien, la idea es simple: la mantecadita es aquella mujer a la que se le derrama un poquitico de piel en alguna parte estratégica del cuerpo, sin llegar a estar gorda. El ejemplo perfecto de la mujer mantecada: Geri Halliwell.

Así es, ni es calavérica como "Posh" ni atlética como "Sporty". Aquí hablamos de una mujer "esponjosita", sabrosona y cuyos sobrantes son tan exquisitos como los sobrantes de la mantecada que se derrama sobre el papel rojo. Morder ahí, justo ahí, es un buen inicio.

Y sí, recomiendo sopearse en leche.

¿A poco no se antoja quitar el papel rojo?

La matriarca (Entrega 3: PAN DULCE)


En pocos terrenos me siento tan experto como en el del Pan Dulce. Años y años de jampar como idiota kilos y kilos de harina multiprocesada no pueden estar equivocados. La genética ayuda. Mi abuelo paterno tuvo una panadería. Bueno, no sólo eso: una panadería en su casa. Así, mis tíos y papá tenían acceso a la fórmula, al genésis, al 'know how' del pan casero. Cuentan por ahí que en la época de bonanza se les llevaba pan a la cama con su leche y su nata. Si yo tuviera una panadería en mi casa, perdería las cabras mal plan. No podría de la tentación. Sería como Homero en la tierra del chocolate, sólo que aquí en vez de correr detrás de conejitos estaría persiguiendo a tres cuernitos para ponerles una mordida en un bracito.

Contradictoriamente, el pan de pueblo es el que menos me gusta. Las piezas son muy grandes y masosas. Prefiero el de restaurante mamón. El de panadería de ciudá no me desagrada. Y al empaquetado no le hago el feo. En cada rubro hay pros y contras, pero creo que en el Pan Dulce, el ingrediente es el que gana. Mientras más calidad, mejor es el pan. Así de fácil. Y como a veces el presupuesto aprieta, el pan de pueblo es el que suele salir perdiendo.

Debo hacer hincapié en mi pieza favorita de Pan Dulce: la concha. No hay símbolo más poderoso que el de la concha redondita y esponjosa. La concha es la matriarca del Pan Dulce. No hay quien le ponga resistencia. En una panadería, cualquiera que esta sea, nunca falta la concha (tampoco el cuerno, que es el rey de los panes, pero estamos hablando de un matriarcado). Por su forma, alude a esa apetecible parte del cuerpo femenino. Con esa freudiana referencia, es imposible que su reino tenga fin.

Mis conchas favoritas son las Bimbo de vainilla. No porque sean las de calidad suprema, sino por default, ya que de chavito esas me compraban en la casa de mis abuelos los fines semana. En un plato pequeño, partidas en 4, eran el platillo de rigor para ver Odisea Burbujas. Sin quererlo, me hice adicto. O me hicieron, mejor dicho.

Con el paso del tiempo conocí nuevas géneros conchísticos. Para ser más específicos, descubrí las conchas de Bondy, que son un pecado de pinchemil calorías. Las de Maque no se quedan atrás. Ambas apelan al método de la saturación de azúcar, que han tratado de copiar en Superama y La Cómer bajo el concepto de "conchas gourmet". Y dos tres les sale, pero las de Bondy tienen glamour. Además son solicitadísimas, a cierta hora es imposible encontrarlas.

Hace un año, que me metí a un riguroso régimen alimenticio para dedicarme al atletismo, tuve que dejar varios batallones carbohidráticos. Entre ellos, el Pan Dulce. Sin lugar a dudas, es el que más extraño. Odio, por ejemplo, tener que ir al súper y pasar en frente de la panadería, porque a lo lejos ahí están mis amores, haciéndome ojitos con el escote entre concha y concha. ¡Quién carajos puede resistirse a un escote lleno de azúcar!

Por eso mejor no me resisto y acepto que la concha es mi gran debilidad. Por siempre, tragaré conchas como enajenado. Cuando sea grande, voy a poner en horno en mi casa y las hornearé a granel. Y me conocerán como el Lord de las Conchas. Y mi reino, como el de ellas, nunca tendrá fin.

lunes, 13 de abril de 2009

Don't ever stop fucking me!!!!!. Entrega 2: LA ESCENA DE CINE QUE NUNCA OLVIDARÉ


"Don't ever stop fucking me!!!!!".

Fue Kelly Preston, en su mejor versión de pelirroja, encuerada y echando guayabín-guayabón con Tom Cruise, la que vociferó esto en una escena de "Jerry Maguire", y la mujer que con ello logró que yo tuviese una reacción difícil de explicar en mi pantalón en el año de 1997. Hice hasta lo imposible por ocultarlo (ya que me encontraba en casa de mi entonces suegro), pero creo que mis jeans subieron dos tallas en cinco segundos y estuve cerca de matar a mi entonces novia con el que podríamos denominar el "botonazo erectil".

Explico un poco más la escena en cuestión: corre el minuto 16 del filme. Habitación iluminada con varias velas, Jerry (Cruise) y Avery (Preston) están ahí y, para no darle muchas vueltas, el distinguido agente deportivo de la empresa SMI se está dando un banquetazo bien sabroso con su fiancé. La está cargando, el tipo está sudando, no puede más, y la damisela de la espalda desnuda brinca y brinca, sube y baja y cruje y cruje sobre la humanidad del suertudo, mientras grita el inolvidable "Don't ever stop fuuuucking me!. Never was better!, never!, never better!!!!!".

El jadeo de él es la bilirrubina de ella. Es más... contemos lo que uno conoce técnicamente como "treparse al guayabo": 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7............... 16. Son 16 brincos que terminan con uno de los capítulos más suculentos en la historia del celuloide: empatar el orgasmo con el bostezo del perro blanco que los está mirando. Vaya desenlace después de que al caballero casi le dislocan la quijada con los elegantísimos golpeteos de las boobies (perfectas) de ella que suben, que bajan, que suben, que bajan. Aplausos para el director Cameron Crowe.

Si la memoria no me falla, a mi entonces suegro se le cayeron los tres pelos que le quedaban en la tatema con esta escena. A mí, por el contrario, creo que hasta pelos me crecieron en la ingle. Y eso que todavía no terminaba de mudar el último de leche.

Y para colmo, la señorita Avery remata la escena jalándole el cabello a Jerry, pidiéndole que la vea fijamente, que le ponga atención y que sepa que... si él desea verla con otra mujer, ella lo ha de complacer. Sí, los españoles dirían "me cago en la leche". Aquí en México sólo decimos: "No manches, qué rico".

Encueradita y satisfecha, ella se levanta y abre el refri, saca un recipiente de frutas y se sienta en la mesa de la cocineta con él a comer fresas. ¿Alguna fruta más cachubi para comer a las 3 de la mañana?

En 2008, Kelly Preston habló del recuerdo de dicha escena: "Tom's a pro. I'm a pro. It was a completely closed set, very well written, shot fast. I loved it".

En cuanto a mí, ya cambié de suegro, ya tengo otra pareja, ya no vivo en la misma casa y hasta uso diferente talla de jeans. Pero eso sí, el peligro del botonazo persiste, especialmente cuando transcurre el minuto 16 de "Jerry Maguire".

So please... don't ever stop fucking.....

domingo, 12 de abril de 2009

Mrs. Robinson, you're trying to seduce me (Entrega 2: LA ESCENA DE CINE QUE NUNCA OLVIDARÉ)

Si nadas en el mar de la confusión, lo único nítido es el deseo sexual.

Benjamin lo sabe, todos lo sabemos. En su vacío existencial, lleno de perfección, se le presenta una manzana que anhela ser mordida. Madura, firme, espléndida. Años de cuidado que se le presentan a Benjamin de golpe y porrazo. Pero, ¿se le presentan, así nomás... o es que lo ha buscado?

El tema ha sido tocado (a veces manoseado) un millón de veces. El chico del presente perdido vs. la mujer de la belleza desperdiciada. Cuando se junta el pan y el hambre. Ese límite indistinguible de víctima-victimario, con roles intercambiables, no queda claro, y nunca quedará. Mrs. Robinson mueve los hilos, sin duda, pero está lejos de controlar la situación. Porque no es controlable el deseo sexual, disfrazado de admiración, dulzura o persuasión. Hay certeza en la receta, pero nunca en el pastel. Una bomba con su propio detonador en la mano.

Y eventualmente... kapum.

Pero la escena que nos concierne viene mucho antes que eso. La secuencia de la primera seducción de The Graduate es fenomenal, porque cuando piensas que Benjamin ya se sale del pantano del deseo, sólo está dando un paso para sumergirse más. ¡Y cómo no!, si es un fango delicioso, con una figura perfecta que transmite olores a través de la pantalla, una cintura que hace pausa antes de la caída mágica de la cadera, y un par de piernas muy mordibles.

No sé cómo le hicieron para que Dustin Hoffman, que en ese entonces tenía 30 años, haya lucido como un pendejo de 18 (bueno, de hecho, se puede ser pendejo a los 18, a los 24, a los 29, a los 58 o a cualquier edad). Y tampoco puedo entender cómo le hizo Anne Bancroft, con 36 en la vida real, para capturar ese suculento aliento de lujuria que destiló en toda la película, pero sobre todo en dicha escena.

Ese fragmento es el preludio de un desastre sentimental en el que los dos salen embarrados. Ninguno es culpable y ambos son cómplices. Uno por intentar, otro por ceder, uno por buscar refugio, otro por creerse capaz de darlo. Después, The Graduate recorre varios caminos en los que ya se involucra la hija de la Señora Robinson, Elaine (Katharine Ross, una princesa). O mejor dicho, la involucran. Y al final, Benjamin cree solucionarlo todo llevándose a Elaine cual novia de pueblo, pero el mismo final, sin resolución posterior, indica que el desenlace es lo de menos porque ya todo está manchado.

Esas piernas, el arco monumental de carne prohibida, siempre estarán en la mente de Benjamin (y en la mía), al grito de... "Mrs. Robinson, you're trying to seduce me".


Por cierto, ¿alguien sabe el nombre de pila de Mrs. Robinson?

miércoles, 8 de abril de 2009

Got Milk (out)? (Entrega 1: LECHE)

Esta es la leche...

O si me permiten, mejor... digamos que esta es la leche:


Señores y señoras, lectores y lectoras del Korova Milkbar. La damita, el caballero, con ustedes, en un bello modelito blanco para anunciar y promover el consumo de la leche: Yasmine Bleeth.

A Yasmine Bleeth la recordamos todos por Baywatch. Y por películas como... eh... bueno, por otros programas como... este... chale. Bueno, la recordamos por Baywatch y ya. Al menos yo la recuerdo y lo demás no importa.

Yasmine Bleeth fue mi diosa en la secundaria, época en la que mi jefa me compraba pizzas de microondas a las que le ponía salsa Búfalo para jampármela en el "cuarto de estudio" (nadie nunca estudió en ese pinche cuarto), después de echarme un topersote de palomitas con harta Valentina.

En ese entonces, Baywatch estaba en la rotación estelar del horario prime time de Sony, junto con Friends, Seinfeld y otras series que hoy ya se ven viejitas (¡Houston! ¿Me oyes, Houston?, ¡estamos envejeciendo!) Y Yasmine Bleeth era una de las muñecas que corrían y corrían antes de sumergirse quesque en el mar para buscar ogados (las limpísimas tomas desde 'dentro del mar' se grababan en una alberca de 1.35 de profundidad. Pinche tomada de pelo).

Por muchos años, ella fue mi máximo, el esterotipo de mi mujer ideal. Me encantaba verla en su traje rojo con su chunche ése para salvar vidas que no era un salvavidas común y corriente. También era lindo admirarla cuando, después de salir de su turno, se vestía de civil con una minifaldita, una mini-mini-chingaderita bellísima, con la cual lucía sus piernas perfectamente esculpidas, y con la que sus ojos brillaban más y más. La piel "apiñonada" gracias al bronceado perfecto. Ni tan alta, ni tan chaparrita, ni gorda, ni flaca.

Ahhhh, Yasmine Bleeth. La amé por mucho tiempo.

Hasta que la dejé de ver. Salió de la serie por alguna razón que todavía desconozco (y no me avisó). Entró en su lugar Carmen Electra, y sí, ufff... pero naaah. Le perdí la pista feo. Hasta que un día la volví a ver. Y ya nada era lo mismo:


Se volvió cocainómana y chocó su coche ene veces. Se destrozó la nariz por el vicio y se blanqueó mal plan. Se hinchó peor que grano de maiz en microondas. Y ya ni se peinaba.

Entonces me perdió. Pero nunca la dejé de querer. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo poder olvidar tantos momentos de alegría extrema que me brindó? Imposible. Yasmine Bleeth seguirá siendo una reina siempre de los siempre. Al menos para mí, porque debo aceptar, señores y señoras, lectores y lectoras del Korova, que el anterior es el relato de quien fue la primera mujer que me hizo volar.

En palabras de Inphi, la que me dio curso intensivo en la bonita materia adolescentosa que se llama: "Dos de leche y a dormir".

He dicho.

Dos de leche y a dormir (Entrega 1: LECHE)


LECHE: Pienso en el mejor álbum de Fobia, en el acompañante diario de mis Froot Loops, en la palabra que suele repetirse en la traducción al español (de España) de una película porno, en el símbolo de la Naranja Mecánica.

Pregunta 1: La vasectomía, en algunas mentes perversas, ¿debe ser algo así como pasteurizar la leche? Digo, pasado el proceso, ni bacterias ni espermas.

La leche nunca ha podido ser unánimemente aplaudida. Pareciera que por su simple color blanquecino no puede ser aceptada como "líquido normal", de esos que refrescan sabroso. Si fuese naranja, si fuese verde, pero no: es blanca. Además, no se le percibe tan ligerita, y se cree que baja menos rápido por la laringe que otros líquidos refrescantes.

Pregunta 2: ¿Por qué a muchos se les hace desagradable que quede el bigote de leche sobre la boca? (solamente si es un niño, esto resulta gracioso).

Yo no sé el motivo por el que tal cantidad de gente toma café con leche. Supongo que porque así, ni tan crudo el café solo ni de tan escaso el glamour de beber leche sola. La mezcla de ambos sí que es poderosa. Starbucks y sus 250 formas de llenar un mismo vaso serían muy poco sin la leche. El problema es que casi nadie menciona esa palabra en dicho establecimiento. "Frapucchino moka bla bla bla". "Caramel macchiato con un "shot" de frambuesa bla bla bla". Malteada de vainilla con dos tandas de canela, bla bla. La leche es lo que menos presume Starbucks... y lo que más vende.

Pregunta 3: ¿Por qué todo mundo entiende o cree entender la frase: "dos de leche y a dormir"?

La leche es un líquido al cual es difícil definirle una función que no sea nutrir. ¿Quita la sed? No. ¿Emborracha? No. ¿Es fresca? No. ¿Raspa la garganta? No. ¿La tomas en una fiesta? No.

Pregunta 4: ¿Por qué tomar leche en la tarde se antoja tanto como tener sexo con una bigotona? O es de mañana o es de noche.

No sé, el mundo de la leche es extraño.

Pregunta 5 y última: ¿La leche es algo más maternal o paternal?

Pensar bien la respuesta... antes de abrir la boca.

domingo, 5 de abril de 2009

Prólogo (Entrega 0)

Pocos lugares de la ficción cinematográfica son tan reales como el Korova Milkbar: un lugar en el que los droogs de Kubrick se juntan para ponérsela, pensar en actos ultraviolentos y pasar el rato.

Todos tenemos nuestro very own Korova. Existe, y no, en cada uno de los rincones donde nos agazapamos para meditar acerca de todo y nada. Para hacerle al cuento, básicamente.

En el Korova se escuchan líneas de sabiduría cotidiana y guarradas dignas de censura. Los temas van desde lo que nos excita hasta lo que nos acongoja. Lo primero que se nos pase por enfrente de la mente.

Inspirado en el sistema de Recolectivo, el Korova da la bienvenida a quien quiera asomarse a un par de mentes verbalmente ultraviolentas (de clóset). Pásele y dese un banquete de palabras cruzadas con ideas atolondradas.

Y si puede, remójelas en leche.

Próximamente...

La leche se prueba antes de probarse.