domingo, 7 de junio de 2009

El deseo de mi primera vez

Yo ya había ido a un teibol, tocado a una mujer y olido a una dama nocturna... pero esto era diferente. A los 17 años, la sorpresa predomina si tu tío te lleva a un lugar donde hay más mujeres que hombres y ninguna de ellas lleva más de dos prendas encima.

Nos sentamos solos en una mesa privilegiada. Ni tan cerca ni tan lejos de la pista. Pedimos una botella de Absolut, que para mí, en ese entonces, era un elixir de dioses. Jugos para acompañar... y chicas también.

Yo estaba pasmado con los cuerpos que caminaban en los pasillos del lugar, sobre tacones gigantescos al ritmo de melodías agresivas/melancólicas. Una que otra se me quedaba viendo, más por mi cara de asombro que por mi galanura, claro. Mi tío me había advertido que debía escoger a la que me gustara plenamente, por lo que debía negarme cuando varias buscaran convencerme de llevármelas a pesar de sus imperfecciones.

Dos llegaron en ese plan, y bastaron simples "No, gracias" para que se fueron sin más ni menos. De pronto, a la pista brincó una princesa. Compacta, rebelde, perfecta. Bailó "Enter Sadman" a modo de presentación, y luego "Always", un clásico de los teibols, para quitarse la ropa. Volteé a ver a mi tío, y anticipando mi calentura, me pidió que ni siquiera se lo dijera porque ya había apartado el sitio con la boletera.

Fueron inmensos los minutos que pasaron entre el final de "Always", y el instante en que se plantó en frente de mí, extendiendo su mano, lista para llevarme al rinconcito papá. Su piel, su piel... qué piel. Dijo algo pero no le entendí. Sonrió, dio la media vuelta y me jaló de la mano de camino a la habitación. Rumbo a la gloria no percibía ni un sonido, con todo y que el estruendo del teibol estaba en su máxima expresión.

Había un sillón que fungía de cama. No era lo más confortable, pero tampoco podía quejarme. Ella cerró la puerta, se recogió el pelo para amarrarlo con una liga, y me invitó a quitarme los zapatos. Iba por el segundo calcetín cuando ya la tenía encima.

Desconozco si aquella respiración agitada era fingida, o si al menos, aunque haya sido en una mínima proporción, yo la atraía. Por el bien de mis memorias, quiero pensar lo segundo. Ella se encargó de quitarme suéter y camiseta de un jalón, mientras como por arte de magia ya sólo tenía el bikini puesto. Chocó contra mí violentamente. Mis besos se atoraron en su cuello, y su abdomen ya estaba completamente resbaladizo. Mis manos lo comprobaban a máxima velocidad. Pidió permiso para quitarme lo demás. Mi respuesta, mi torpe respuesta, fue: "pero tú también quítate lo tuyo". Interrumpió los besos para reirse viendo al techo.

Cuando comenzó el balanceo, yo ya estaba delirando. Poco a poco ella decidió aumentar la velocidad, y con ella la cantidad de sudor en mi cara. Cerré los ojos a partir de entonces y me colgué de su espalda mientras ella hacía su trabajo. La música a tope, las sensaciones agudas, las células muriendo, los gritos en el cielo...

Perdón, perdón: disculpen las molestias que esta ficción les ocasiona. Como anticipé en el título, este fue el deseo de mi primera vez. ¿Se los dije, no? La mía, la de adeveras, fue mucho mejor.

Bienvenidos al nuevo Proyecto Korova.

9 comentarios:

  1. o sea cómo? perdón pero me peerdí

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  2. Eso me pasa por no leer bien el título, pero qué bueno que no fue así, nunca me ha gustado eso de los papás-tíos-hermonotes que inician en el sexo a los imberbes de manera salvaje.

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  3. jajajaja me encantó el cierre del post! bieeeeen bien mike!!!!!
    mucha suerte en la nueva etapa!!!
    nz

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  4. Caímos! Todos, redonditos. Ahora nos debes la otra versión.

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  5. ¿Sabes? Conforme lo leía, pensé 'mmm...¿por qué a casi todos los hombres los inician en un teibol? oohh qué errada estaba...

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  6. También ´pensé lo mismo que Laolis, juijiji

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  7. jajaja, ubico perfecto tu cara de: aaaaahhhhhh verdaaaddd, se lo creyerooon!!!!!
    jajaja

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  8. Mi querido chanfle. Es peligrosisimo desilusionar así a un avido lector. Abrazo

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