jueves, 11 de junio de 2009

¡Vacúnate!




“La virginidad da cáncer, vacúnate (llámame al 5-23-45-34)”.

Así se leía en el mensaje que escribió “El Chori” en el baño de mujeres de la “secu”, ofreciendo sus humildes servicios a las chamacas que no quisieran pasar por el duro transe de una enfermedad, ocasionada por la obsesión de sus madres de verlas llegar puras hasta el matrimonio.

“El Chori” más que un buen samaritano o alma de Dios, quería también evitarse el cáncer y moría de ganas de hacerlo a sus 13 añitos.

Un puberto ve así este asunto de la virginidad. Como un trapo amarrado en la cola de un perro. Da vueltas y vueltas sobre su eje tratando de quitárselo de encima, pero no sabe cómo y lo persigue sin césar hasta dejar un surco en la tierra, para que al final llegue una amable perrita o perrito y te lo quite con dulzura, brusquedad o violencia, dependiendo el caso.

En realidad nunca supe si todas las niñas también sienten el mismo furor de los niños por saber qué diablos es el sexo, pero mis amigas siempre fueron un paso adelante y terminaron siendo las maestras de muchos de los granientos mequetrefes de la Diurna 45.

A mí nunca me ha gustado participar en hechos sangrientos, así que como Sabina, siempre he dejado el trabajo sucio a otros por convicción, y eso que no soy reencarnación (no que yo sepa) de algún inca, miembro de aquella avanzadísima civilización, donde una mujer que perdía la virginidad era más deseada y solicitada que las “puras”.

Para mí, el mito del himen, que sataniza a las que lo pierden y que vanagloria a los que lo rompen, es una reverenda estupidez. Más que himen debería ser un alegre “Hi, men!”: el banderazo de una vida adulta plena y sin prejuicios.

Por el lado masculino, la primera vez suele ser, cada vez menos afortunadamente, el rito donde los amigos, el padre o algún hermano mayor empujan a un tierno mancebo a ser almorzado por una leona que caza cerca de un tubo o un poste de luz. Acto de barbarie extrema donde la bella es la bestia.

Yo por eso creo firmemente aquello que decía mi tío Raúl ya con tres rones entre pecho y espalda: “Da lo mismo romper que desarrugar”, ¿así o más guarro?, ¿así o más sabio? Tío eras grande.

9 comentarios:

  1. felicidades a todos por esta primera semana de korovazos colectivos.


    gracias por compartir.



    olivia

    ResponderEliminar
  2. Pues sí, no?... además que hueva tener que enseñarle desde cero a alguien. Mejor compartir habilidades! ja

    Esta bien padre el nuevo formato. No puedo dejar de leer.

    ResponderEliminar
  3. El que rompe tiene cierto poder para siempre, querámoslo o no. Y en estos tiempos (y en otros también), ¿a quién no le gusta tener algo de poder?

    ResponderEliminar
  4. No hay como descubrir ese camino solos...sin nadie que te presione...y regarla y acertar, regarla y acertar...jajaja, ahora recuerod mis primeras veces y me da risa...excelente post...somos grandes muchachos!!

    ResponderEliminar
  5. Cada día que te leo, me convenzo de que esa secundaria 45 era como la puerta de entrada a otra dimensión.

    A mi solo me gusta participar en hechos sangrientos cuando me atañen en términos femeninos o cuando el trofeo de la ganancia es compartido. Las luchas de poder me dan flojera.

    Ilustre alusión a Sabina, que se agradece, por acertada.

    Un extraordinario post para cerrar la semana.

    pd. tu "hi-men!" ya forma parte de mi lexico.

    ResponderEliminar
  6. Concuerdo: lo del "hi-men" está de pelos, jejeje.

    ResponderEliminar
  7. Celebro también como MH la alusión a Sabina. La pendejada esa de que "ser el primero" rulea, es para los que rompen himen, pero nunca se rompen a sí mismos el pañal.

    Felicidades al Korova por su primer semana.
    Que vengan muchas más.

    ResponderEliminar
  8. Inphi, emocionado, me recomendó mucho este post tuyo. Consejos sabios de los amigos.

    Un abrazo desde Cancún, sigan así.

    ResponderEliminar