lunes, 11 de mayo de 2009

El peligro de lo predecible (Entrega 6: "CHO")



Cho Seung-hui tenía 23 años el día que se suicidó. Lo anunció en un video que mandó a una cadena televisiva. Antes de hacerlo, mató a 30 personas en el campus de la universidad de Virginia Tech. De camino al suceso, iba escuchando una de mis canciones favoritas, Shine de Collective Soul (aquella del "oh-oh-oh-ohhh... heaven let your light shine down").

Cho, el verdadero Cho, era una personaje oscuro, que odiaba todo lo que había a su alrededor. Odiaba a los judíos, a los gringos, a todo lo que encierra su cultura. No recuerdo exactamente cómo fue que llegó a estudiar a Virginia Tech, pero a quien realmente esté interesado prometo prestarle el artículo de Time por el cual conocí la historia de este coreanito, misma que considero una de las mejores investigaciones periodísticas que he leído.

No hubo engaño ni farsa. No fue la típica historia de que el asesino es el galán angelical, y el enanito depresivo en un ángel de Dios. No. Aquí Cho realmente era el guey que nadie veía reír, y que detestaba el mundo y la realidad que vivía. No era nada más la finta, como muchos quesque depresivos pretenden ser nada más para llamar la atención. El verdadero Cho dio varios avisos e hizo lo que tenía en mente.

Sí lo atendieron. Se acercaron para darle ayuda psicológica... que por supuesto, rechazó. No había remedio. La única manera de evitar esta tragedia hubiera sido la de encarcelarlo a priori. Y en un país en el que conseguir una pistola es tan fácil como sobarse los huevos, pues... violá.

Este cabrón al que le llamamos Cho realmente da miedo. No miedo de "uy qué miedo". Pero sí miedo de que en este pinche mundo ya no sabes qué pinche mente trastornada puede haber a tu lado. Igual y este carnal es efectivamente un ángel de Dios. O es un tipo común y corriente, con cualidades y defectos (feo definitivamente sí es) como cualquiera de nosotros, y nosotros nomás estamos haciendo mucho desmadre por amor al arte.

Eso sí, si hay un lugar donde se puede cultivar un desquiciado como el Cho de Virginia Tech, ése es la redacción de un periódico. El estrés, la presión, la egoteca, todo suma. Uno siempre tiene la impresión de que por ahí va a saltar un cabrón, harto de todo lo anterior, tal vez no para matar, pero sí para madrear a cuanto cabrón se le pare enfrente.

Podría ser Cho. O podría ser yo.

Jaja, ¿ah verdad?

3 comentarios:

  1. jajajaja, que babas!....
    oye, pero si algún día sí decides convertirte en el Cho mexicano, nada más no nos pases a disparar a los cuates, eeeeeehhhhhhh!!

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  2. ME ENCANTA SU BLOG. ESPEROP CADA LUNES.

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  3. Pues hay unos que no se ponen a disparar a otros en una redacción, porque les duele el codo y si no gastan en papel de baño, menos van a gastar en una metralleta y en unas balas.

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