jueves, 29 de abril de 2010
Mis demonios
"Detrás de cada gran fortuna siempre hay un crimen", al menos eso dice el epígrafe que antecede al libro El Padrino, y la frase se le atribuye a Balzac.
Con semejantes referencias me es difícil no creer, que salvo una o dos excepciones, esto sea totalmente cierto. Pero no sólo los millonetas tienen el clóset lleno de esqueletos, todos absolutamente todos, guardamos algo que nos avergüenza de nuestra persona, algo que posiblemente sólo lo sabemos nosotros o que incluso lo sepultamos emparedado y luego hicimos como que no existía.
Hay todo tipo de esqueletos. Los del Padre Maciel, que no es necesario que explique ni enumere, podrían llegar no un clóset sino todo el departamento de vestuario de Televisa San Ángel, eso en plan fresa.
Lo más "excepcional" de este señor es que hizo de sus demonios su forma de vida, fuente de placer, dinero y poder, al tiempo que coleccionaba almas en su armario, unas atormentadas por las perversas mañas del cura sobón, y otras adormecidas e hipnotizadas por el cannabis de la devoción a un hombre falso que en la tierra pedía el rigor más grande a los preceptos de Dios, pero por el contrario, en el catre y contra la pared pedía complacencia y silencio para sus morbosas manos.
No inventé yo aquello de que el celibato en la Iglesia Católica es solamente la mejor forma de control que encontró El Vaticano para que los bienes de la Iglesia no se diseminaran entre las mujeres y vástagos de sus pastores, ni estoy descubriendo el internet inalámbrico cuando recuerdo que dicha condición de "pureza" se transformó en el clóset de los esqueletos y demonios de seres atormentados por su sexualidad que ven en la Iglesia el congal donde dar rienda suelta a sus lubricidades con niños y señoras mochas, sin que ello encuentre un castigo y, además, sean sujetos bien vistos y respetados en la sociedad. Sin embargo, hoy es algo que me indigna y me provoca la misma simpatía que una cucaracha flotando en mi café.
Pero como dije, ellos no son los únicos, quizás sean de los peores, pero todos guardamos un cuerpo sin vida en el ropero de nuestras mezquindades, no porque hayamos matado a alguien, sino porque al cerrar los ojos el fantasma de una mala acción que aniquiló sentimentalmente a alguien nos persigue.
Tampoco esperen que aquí saque mis esqueletos y acepte que disparé a Colosio, deje ir al JJ o que firmé el TLC, pero puedo intentar exorcizar por lo menos el esqueleto de Campos, mi compañero de la secundaria al que me cansé de martirizar durante tres años.
Fui el peor dolor de huevos para el pobre Lalo. Su cara de tortuga de tierra con bigote a los 12 años, con un cuerpo de perro parado y un cabello grasiento y mal peinado fueron el blanco de mis burlas, sarcasmos y vilezas.
Cuando no le ponía el apodo de "Borracho" por su escasa elocuencia, no embarcaba en inútiles intentos de conquista a chicas guapas a sabiendas que sería bateado y ridiculizado.
El día que fui un Pinochet, el peor de los Idi Amin que me alimenté con su mutilada reputación, fue cuando en una hoja de cuaderno profesional vacié toda la tinta de una Bic azul y la puse en el asiento de su pupitre.
Todos se rieron a más no poder cuando lo vieron subirse al "delfín" de la ruta 23A que circulaba por avenida Cuauhtémoc con las nalgas azules como de mandril venusino, inocente y sin sospechar el porqué sus "amigos" lo veían con tanto gusto.
Al día siguiente me confesó que su mamá lo había regañado, quizás hasta le pegó unos cinturonazos por mi ocurrencia, pero eso no lo aceptó, sólo estaba mortificado porque le habían tenido que comprar otro pantalón "Príncipe de Gales" para el uniforme.
No me atreví a destapar mi estúpido proceder, siempre me creyó inocente. No pude decirle que había sido un hijo de puta ni siquiera cuando en el chismógrafo de fin de tercero puso en mi Scribe de forma italiana, "para mi mejor amigo, nunca te olvidaré". Lalo, aunque hoy saqué de mi armario esta vileza, mi castigo será nunca olvidarte.
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Me pusiste a pensar en mis esqueletos...uyy, creo q tengo varios, aunq soy de las q cada fin de año limpia su closet, sí, también el del corazón.
ResponderEliminarabraaaazos y saludos!
NNK
Cuando yo iba en el kinder me tocaba sentarme con Genaro, un niño que era mi vecino y tenía la piel morena, casi negra, yo me quejaba abiertamente de tener que compartir la mesa con él, y la profesora me tenía que obligar a sentarme bien, porque yo me alejaba tanto que casi me caía de la silla.
ResponderEliminarCrecimos y a veces no podía verlo a los ojos cuando me despachaba en la tienda de su papá, me daba pena sólo de imaginar que se acordaba de mis estupideces.
Livier
El peor castigo es cuando nos hacen sentir la peor mierda del universo.
ResponderEliminarEl reconocimiento honesto del canibalismo es la mejor manera de que los huesos (de ambas partes) descansen en paz, aunque la memoria haga de las suyas.
ResponderEliminarwow!, todo es karma pero qué bien que se lo hagas saber es un buen inicio para mejorar... soy tu fans 2
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