jueves, 22 de abril de 2010
Mocedades
Un gusto que desarrollé siendo pequeña y que todavía conservo, ha sido ver la vida a través de las ventanas. Las ventanas del coche, de la casa, de las iglesias, de los autobuses, del metro, del hotel. Y así, cualquier orificio o hueco en el cual se pueda ver 'hacia afuera'. Veo las vidas de los demás en otra sintonía y me pierdo en mis pensamientos sobre el momento que estoy viviendo combinado con lo que estoy viendo. Formo una realidad en mi mente que me distrae y me abstrae del presente. Ya no lo hacía como antes, pero cuando tengo un 'momento' lo hago y me resulta catártico.
Dada esta curiosidad, desde niña me percaté que en los marcos de las ventanas, por lo general, hay moscas muertas. Con sus patas dobladas e inertes. parecería que están duermiendo, pero no. Están completamente muertas. Toditas ellas. Puede ser que me encuentre en una casa impecable sin mácula de polvo. Pero me acerco a la ventana y ahí está. La mosca muerta. ¿Porqué? Ni idea. Pero recuerdo esos momentos de mi niñez, los cuales añoro con inútil angustia. Nunca más volverán. Tengo muy presente una ocasión en la que estaba lloviendo y me encontraba viendo por el ventanal de la sala de mi casa cómo caía el agua por el vidrio de la ventana y hacía una especie de camino de agua. Apuntaba con el dedo índice hasta donde podía levantarme, tocaba el vidrio húmedo, frío y seguía el agua con el dedo hasta el piso. Así sucesivamente hasta llegar a la pared en donde terminaba la ventana. Y ahí estaba una mosca casi muerta. Pataleaban sus patas, muy lentamente y a intervalos. Me preocupé y la traté de voltear, pero ya era demasiado tarde. Supongo que el cansancio es lo que las mata y aunque las voltees, ya no hay remedio. Se mueren.
Esa fue mi preocupación de la semana o del mes, por así decirlo. ¡Quién no extraña ser niño! Estoy contenta, satisfecha con lo que he alcanzado hasta ahora, pero, a veces, me pierdo en esos pensamientos y si, a veces pierdo esa sensibilidad que tenía Olivia a los 4 años. Me extraño. Y no me quiero olvidar cómo era yo en esencia. Por eso, cada vez que veo una mosca muerta, me remonto a aquéllos momentos de lluvia, despreocupación y olor a polvo. En donde yo era yo sin añadiduras. Sin prejuicios.
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De pie amiga, de pie me pongo con este post. Gracias por compartir sentimientos que, algunas veces, se parecen.
ResponderEliminarTe quiero
LL
Cuando vi el título de tu post, en lo primero que me vino a la mente fue la rola de "Amor de Hombre" de Mocedades con la voz de Amaya, jajajaja. ¡Qué gato me vi! Ni hablar, es lo que pasa cuando la cola de la tortillas era muy larga y en la espera me chutaba las rolas de radio sensación de la dependienta. Pero tu post es una maravilla,la nostalgia se activa hasta con una mosca.
ResponderEliminarA mí me gustaría pensar qué hace una mosca antes de ponerse patas parriba. A veces están esas ventanas dobles, esas de las casas viejas del norte de Europa. Digamos Berlín. Las ventanas nunca se abren. Y sin embargo ahí aparece luego una mosca muerta. Dos. O tres. Un mosco también. ¿Cómo llegó hasta ahí? ¿ahí nació (porque el huevillo por alguna otra desconocida razón llegó ahí) y luego ahí vivió hasta morirse?
ResponderEliminarEstas moscas muertas ya están más muertas antes de morirse.
Cómo no te vas a extrañar, si nosotros te extrañamos mucho y no estamos diario contigo.
ResponderEliminarHay nostalgias de uno mismo que asemejan a irse a estrellar contra un cristal. Una lucha entre lo que se ve, se recuerda y parece.
ResponderEliminarTú, con tu sensibilidad, estás más cerca de tí de lo que crees. Así nos lo transmites.
Un abrazo. Te quiero.