Si nadas en el mar de la confusión, lo único nítido es el deseo sexual.
Benjamin lo sabe, todos lo sabemos. En su vacío existencial, lleno de perfección, se le presenta una manzana que anhela ser mordida. Madura, firme, espléndida. Años de cuidado que se le presentan a Benjamin de golpe y porrazo. Pero, ¿se le presentan, así nomás... o es que lo ha buscado?
El tema ha sido tocado (a veces manoseado) un millón de veces. El chico del presente perdido vs. la mujer de la belleza desperdiciada. Cuando se junta el pan y el hambre. Ese límite indistinguible de víctima-victimario, con roles intercambiables, no queda claro, y nunca quedará. Mrs. Robinson mueve los hilos, sin duda, pero está lejos de controlar la situación. Porque no es controlable el deseo sexual, disfrazado de admiración, dulzura o persuasión. Hay certeza en la receta, pero nunca en el pastel. Una bomba con su propio detonador en la mano.
Y eventualmente... kapum.
Pero la escena que nos concierne viene mucho antes que eso. La secuencia de la primera seducción de The Graduate es fenomenal, porque cuando piensas que Benjamin ya se sale del pantano del deseo, sólo está dando un paso para sumergirse más. ¡Y cómo no!, si es un fango delicioso, con una figura perfecta que transmite olores a través de la pantalla, una cintura que hace pausa antes de la caída mágica de la cadera, y un par de piernas muy mordibles.
No sé cómo le hicieron para que Dustin Hoffman, que en ese entonces tenía 30 años, haya lucido como un pendejo de 18 (bueno, de hecho, se puede ser pendejo a los 18, a los 24, a los 29, a los 58 o a cualquier edad). Y tampoco puedo entender cómo le hizo Anne Bancroft, con 36 en la vida real, para capturar ese suculento aliento de lujuria que destiló en toda la película, pero sobre todo en dicha escena.
Ese fragmento es el preludio de un desastre sentimental en el que los dos salen embarrados. Ninguno es culpable y ambos son cómplices. Uno por intentar, otro por ceder, uno por buscar refugio, otro por creerse capaz de darlo. Después, The Graduate recorre varios caminos en los que ya se involucra la hija de la Señora Robinson, Elaine (Katharine Ross, una princesa). O mejor dicho, la involucran. Y al final, Benjamin cree solucionarlo todo llevándose a Elaine cual novia de pueblo, pero el mismo final, sin resolución posterior, indica que el desenlace es lo de menos porque ya todo está manchado.
Esas piernas, el arco monumental de carne prohibida, siempre estarán en la mente de Benjamin (y en la mía), al grito de... "Mrs. Robinson, you're trying to seduce me".
Por cierto, ¿alguien sabe el nombre de pila de Mrs. Robinson?
Benjamin lo sabe, todos lo sabemos. En su vacío existencial, lleno de perfección, se le presenta una manzana que anhela ser mordida. Madura, firme, espléndida. Años de cuidado que se le presentan a Benjamin de golpe y porrazo. Pero, ¿se le presentan, así nomás... o es que lo ha buscado?
El tema ha sido tocado (a veces manoseado) un millón de veces. El chico del presente perdido vs. la mujer de la belleza desperdiciada. Cuando se junta el pan y el hambre. Ese límite indistinguible de víctima-victimario, con roles intercambiables, no queda claro, y nunca quedará. Mrs. Robinson mueve los hilos, sin duda, pero está lejos de controlar la situación. Porque no es controlable el deseo sexual, disfrazado de admiración, dulzura o persuasión. Hay certeza en la receta, pero nunca en el pastel. Una bomba con su propio detonador en la mano.
Y eventualmente... kapum.
Pero la escena que nos concierne viene mucho antes que eso. La secuencia de la primera seducción de The Graduate es fenomenal, porque cuando piensas que Benjamin ya se sale del pantano del deseo, sólo está dando un paso para sumergirse más. ¡Y cómo no!, si es un fango delicioso, con una figura perfecta que transmite olores a través de la pantalla, una cintura que hace pausa antes de la caída mágica de la cadera, y un par de piernas muy mordibles.
No sé cómo le hicieron para que Dustin Hoffman, que en ese entonces tenía 30 años, haya lucido como un pendejo de 18 (bueno, de hecho, se puede ser pendejo a los 18, a los 24, a los 29, a los 58 o a cualquier edad). Y tampoco puedo entender cómo le hizo Anne Bancroft, con 36 en la vida real, para capturar ese suculento aliento de lujuria que destiló en toda la película, pero sobre todo en dicha escena.
Ese fragmento es el preludio de un desastre sentimental en el que los dos salen embarrados. Ninguno es culpable y ambos son cómplices. Uno por intentar, otro por ceder, uno por buscar refugio, otro por creerse capaz de darlo. Después, The Graduate recorre varios caminos en los que ya se involucra la hija de la Señora Robinson, Elaine (Katharine Ross, una princesa). O mejor dicho, la involucran. Y al final, Benjamin cree solucionarlo todo llevándose a Elaine cual novia de pueblo, pero el mismo final, sin resolución posterior, indica que el desenlace es lo de menos porque ya todo está manchado.
Esas piernas, el arco monumental de carne prohibida, siempre estarán en la mente de Benjamin (y en la mía), al grito de... "Mrs. Robinson, you're trying to seduce me".
Por cierto, ¿alguien sabe el nombre de pila de Mrs. Robinson?
muy buena también, aunque algo viejA
ResponderEliminarEL MICKEY EN SU ESTILO MAS PROFUNDO. ME LATIO. BUENA POR ESA Y, REITERO, SALUDO A AMBOS. FELICIDADES, EL KOROVA MILKBAR ALLA VA.
ResponderEliminarQué buena idea han tenido con este blog comunitario
ResponderEliminarSí, yo apoyo de repente esta conversión de papeles. Les sale bien a ambos. Saludín.
ResponderEliminarjmmmmmm pues dire q me gusta le peli, sobre todo porq siempre me han atraido las personas mayores, oh si!
ResponderEliminarDeliciosa la seññora Robinson. También me hiciste recordar la rola de Simon & Garfunkel, también muy buena como este ensayo.
ResponderEliminarPARA LOS QUE VIMOS ESTA PELICULA, SIENDO UN " GRADUADO" MAS, NOS PARECE UNA NITIDA NARRACION DEL GUION, CAPTURA EXACTA DEL CLIMA Y EL MOMENTO Y LOS RESORTES DE CADA UNO DE LOS PERSONAJES.
ResponderEliminarEl plano tomado por debajo de la pierna de Mrs. Robinson me parece uno de los más impactantes que he visto en mucho, mucho tiempo.
ResponderEliminarEsta en el top 5 de mis peliculas favoritas. Excelente critica! y excelente punto de vista.
ResponderEliminarY no, nunca se mensiona el primer nombre de Mrs Robinson en el libro tampoco.
La escena mas impactante en mi opinion es el primer encuentro en el hotel. Los papeles estan muy bien marcados.
Un saludo!