miércoles, 16 de septiembre de 2009

Bandera levantada


Lugares a los que no regresaría: una fiesta exclusivamente de drogos y una fiesta exclusivamente de gays. No soy homofóbico ni drogofóbico, pero en ambos casos me siento en offside clarísimo.

Lo digo porque ambas experiencias las viví en un viernes y un sábado espalda con espalda. Sí, en un mismo fin de semana, durante julio de 2002. Todo gracias a Miss Rábago, o sea Gina, o sea la mujer que en el afán de agarrarme como mero flan napolitano, me hizo confundir las cosas, la ley de la vida, y terminar haciéndola mi novia. Ya entonces me lo había advertido el buen Ariel: "Inphi, esta mujer es pa' echártela con un poquito de pimienta, nooooo para andar. Ella te quiere echar al plato, así que aprovecha".

Pero como yo era un clásico (tarado), pues que meto las cuatro y que empiezo a buscar métodos ridículos para domesticar lo indomesticable. Así es, esta mujer era simplemente "masticable", pero como rimaba con "domesticable", lo confundí y entendí que todo lo que rimaba, se arrimaba. Y en conclusión, mi relación de escasos 2 meses fue una puesta en escena en la cabaña del tío Chueco.

Dos highlights, como lo dije, fueron la fiesta de drogos y la pachanga de gays. En la primera, apenas entramos mi ex domadora y yo y, oh... santa humareda que hizo de mis ojos color chapopote un par de esferitas traslúcidas. ¿Se acuerdan de la mirada de briago de Frankenstein en la versión de 1931? Bueno, así, pero peor.

O sea que, como dicen los mamadores, "para todo fin práctico" yo ya entré bien flameado al guateque y me senté junto a un pachecote botijón que únicamente hablaba del Gotcha y del sabor de los Snickers. Temas auténticamente "de fondo". Ya lo demás, era mirar desde mi butaca un recital de lengüetazos sobre cuadritos multicolores que me hizo recordar las sesiones de madrugada de Syd Barrett en Pink Floyd. Un Interstellar Overdrive.

La mota era lo de menos, el brownie en la mesa parecía chocoflan, el ácido parecía bubaloo y, en el baño, había restos de líneas tipo carreterita a Atlacomulco. En ese sentido, lo único que me decía Gina (muy preocupada) era que nos iríamos rápido. Si supiera que con el puro tufo yo ya había contraido hasta parvovirus canino.

Cuando se generó la primera madrina entre nublados... no reaccionamos, pero cuando vimos volar una bolsa de pañales (sí, repito, cuando vimos volar una bolsa de pañales), eso forzó nuestro check out. La Miss y yo huimos sin despedirnos y yo le agradecí el haberme llevado a esta tertulia de resistencia de los sentidos. Por fortuna, mis papilas gustativas no fueron estimuladas por confetis de pera, y ella, a su vez, pareció salir limpia.

24 horas después, asistimos a la fiesta de gays. Al abrirse la puerta, no nos recibió ninguna nube de humo, pero sí un nubesito llamado Toni (sí, con "i") cuyo atuendo se componía de: jeans morados tipo emo (un visionario porque hace 7 años los emos eran tan "inexistentes" como Fanilú), un gran escapulario de lunetas y un chaleco de cuero sin playera debajo. Su ombligo era el botón de un girasol tatuado y mi asombro era el núcleo de un blackout atorado. Nos invitó a pasar con dos besos: uno a Gina en la mejilla y el otro (más tronado) a mí... también en la mejilla. Desde ese momento, entendí que esta fiesta también sería de altos vuelos y bajos instintos.

Saludamos a los demás y juré que el compadre que venía completamente de color kiwi era el vocalista de la Arrolladora Banda Limón, pero en versión loba. Luego platicamos con tres marineritos que luchaban por ser el Popeye más rosa de la historia, y finalmente, nos topamos con uno de los grandes amigos de Gina, llamado "Pilo" (como pilín, pero en rudo) que cantaba "Corro, vuelo, me acelero" con la fuerza y vigor de Rocío Banquells. "¡Juego del amor, jueeego del amor, corro para estar junto a teeeeeee!". Y se contoneaba y a mí de verdad me preocupaba que se dislocara la cadera. Por fortuna el Za za zá todavía no se inventaba porque, de ser sí, la fiesta hubiese sido un pozole (con arrimones, rabanitos y silbatos).

Bastante divertida la pachanga, pero obvio, me sentía como bisonte en la plancha del Zócalo. Gina, en cambio, sí le entraba más a los abrazos sabrosos (¿¿??). Lo que es un hecho es que ser la única pareja heterosexual en una fiesta así te hace sentirte tan extraño como Jorge Porcel en Miss Universo.

Siete años después, sigo siendo amante de las fiestas, pero mi hit no está ni en ácidos ni entre rosas que te "espinen".

En la vida, como en el fucho, el offside se rompe estando simplemente... en línea.

16 comentarios:

  1. así que vuelves a estar en linea, por lo que vemos. Celebro antes que todo, tu regreso al Korova, un abrazote. Ya estamos completos de nuevoo.

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  2. Now we are talking, man!

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  3. Pues ya le hubieras dado una mordidita al brownie. No al de la segunda, al de la primera, claro.

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  4. Pues yo pensaba que a donde no regresabas era al Korova Milkbar pero es un gusto ver que no fue así.

    Por lo que dices la fiesta de gays estuvo mas divertida que la de drogos. Apoyo al Chanfle: le hubieras dado un llegue el brownie.

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  5. Gran gran gran ultima linea.

    Ernesto

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  6. qué bueno leerte de vuelta


    olivia

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  7. Parece que la de gays es como un desfile de modas. Hay que ir a checar dato de las exscentricidades. L aotra, uno ni cuenta se da de lo que pasa.

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  8. Ah, pero no por eso recomiendo una más que la otra eh??????????

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  9. NO PUEDO IMAGINARME AL WEY VESTIDO COMPLETAMENTE DE COLOR KIWI!!!

    QUE PEDO!!!!!!!!!!!

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  10. las fiestas de drogos son de mega hueva...la verdad es que me recagan. Las de gays son de lo más divertidas...esas sí las amo...ahí te encargo una fiesta que fui el domingo...no mamut, era un todos contra todos que me quedé de ojo cuadradoooo!!!

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  11. Festejo que vuelvas a mover los deditos para teclear, el rating del korova había bajado mucho sin ti.

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  12. Me uno al festejo de xosean y al de varios más que aquí se han expresado en el mismo sentido.

    Un beso desde Vegas, baby!

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  13. Estar en línea! lo más difícil en el mundo de mierda en el que vivimos. Ya era hora de que regresaras, patán

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  14. Luis, da gusto tenerte de regreso, y si se tratara de elegir también me quedo con las fiestas multicolor, aunque hay algunas de ellos que más vale mantener la distancia.

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  15. Yo siempre preferiré las fiestas que alborotan los sentidos a las máscaras del pre-apareamiento.

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  16. Mi queridisimo hermano,
    No es literalmente la frase que dije aunque se acerca mucho y además has logrado mantenerla vigente.
    Cómo olvidar tu entrenamiento padawan en el lado oscuro de la fuerza.
    Anecdótico sí, pero muy útil también. Esas cosas sirven para que aquellos que como tú (y yo) están "simplemente... en línea", conozcan la vida como Saramago: por sus extremos.

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