Me caga que me espanten. Me caga, me zurra, lo detesto, me puede purgar el alma. M-e-c-a-g-a.
No sé a qué chingados se deba, pero no lo soporto. O sea, desde espantitos pendejos de cuando alguien se pone atrás de la pared para gritarte ¡ahhh! mientras te sale así de repente, bien chistosito, hasta el guey que llega por atrás quesque bien ocurrente con el “¡órale!, o al idiotita que deja la rata de hule en tu lugar, y otras sangronadas por el estilo.
Por supuesto, a su máximo nivel llega mi repudio por las monumentales “casas de espantos” armadas en parques de diversiones (que en ese momento son de “diversiones”), donde pagan (háganme el favor) a todo un staff de pelados para construir un pasaje en el que la gente paga (¡piorrrr!) para que los espanten.
O sea, uno paga por divertirse, por estudiar, por hacer deporte, por tragar, y hasta por un calambre. Pero… ¿para que te espanten? Se me hace lo más idiota del mundo.
Triste es que las escuelas hayan comprado esa costumbrita, y desde chiquitos someten a los niños a tales teatritos. Recuerdo que en preprimaria hicieron una mentada “casa de espantos” (lean detenidamente esas últimas 3 palabras y díganme si no suena a retraso mental), en la que nos brincaban encima con una mano peluda, nos agarraban los pies y te gritaban en la cara como para que salieras con los calzones color marrón del puto nervio causado.
Desde ahí forjé mi fobia a tan ridículos espectáculos, y se fortaleció cuando a los 10 u 11 fuimos al todavía “Nuevo Reino Aventura”, y me obligaron a meterme al “Pasaje del Terror”. Mi madre, tan habladora como encantadora, se encargó de motivarme para acompañar a mis primos: “Ay hijo, no seas miedoso, no pasa nada, son puros actores”. Sí claro mamá, a ver, ¿por qué no entras tú? “Ay, pues porque ya no estoy para esas cosas”. Ay sí, tú, cómo no. Con qué facilidad te pueden engañar las mamás, es increíble.
Total que ahí voy de tarado a meterme al puto Pasaje, que resultó ser la peor tortura de mi vida. Salieron Jason, la pendeja del Exorcista, Freddy, y creo que hasta Ronald McDonald en su versión bloody, y yo acabé (literal) brincando del miedo, con el corazón a mil por hora, y con unas ganas tremendas de tragar que sólo me bajaron con varias manzanas acarameladas que son el deleite más grande del Valle de México.
Este miedo es inofensivo, y te puede permitir operar socialmente mientras no te pongas en una situación comprometedora con una chica, lo cual es altamente improbable… al menos que vayas con alguna al Pueblo Francés de Reino Aventura (para mí siempre será Reino Aventura).
Pero como uno es caldufo, ahí me tienen hace algunos meses en tan bonito lugar con una chica, en la primera vez que salía con ella, y que particularmente insistió en que entráramos, ya no al Pasaje del Terror, sino a la Mansión de la Llorona. Voces populares me habían advertido que dicha morada ni siquiera se acercaba a una “casa de espantos”. Más bien, era como un circuito de malos chistes que lo único que te provocaban era que te pitorrearas de la risa de lo previsible que eran los “sustos”, y que hasta un niño de 2 años podría pasar por ahí sin alebrestarse ni tantito.
Yo, que soy igual de desconfiado que de asustadizo, no compré una chingada, y me formé con el Yisus in di maud mientras la chica sonreía y se reía de mi pésima manera de disimular la incertidumbre.
Pasó la fila, y llegamos al punto de entrada del juego, en el que te tienes que montar en un carrito que te lleva por todo el pasaje, y que a huevo te pone en frente de lo que no quería ver. Aquí entra el punto en que el inconsciente colectivo dicta que yo, en mi papel de macho mexicano, debía aprovecharme de la coyuntura, abrazar a la chica y decirle con voz de Elvis “Ah nena, ja, no te preocupes, ja, no pasa nada, ja, todo es de mentiras, ja, ja”. Por el contrario, decidí abrazar muy romántico el tubo del carrito, fijar la mirada en un punto neutro del horizonte, y aislar la mente en pensamientos tan abstractos como la economía de Ghana, los pies de José José y las carreteras de Memphis, Tennessee.
La chica, intuitiva como ella sola, se dio color y pronto me preguntó: “¿tienes miedoooooooo?” Y yo: nooo… nomás un poquito de frío. Desde ese momento, la chica no paró de reír de mi ridiculez, mientras yo me concentraba en Ghana, José José y Memphis, Tennessee. Cuando digo ridiculez es en serio, porque el corto recorrido es efectivamente una vacilada, y hasta mis sobrinos podrían hacer algo mejor. La Mansión de la Llorona no espanta ni a su abuela. No espantan… ni a mí.
Salimos del juego y la chica se divertía con mi palidez. Y desde entonces, juré: aquí no regreso, no vuelvo a meterme a una “casa de espantos”, ya no tanto por el susto, sino por lo ridículo que se ve un gorilón de mi tamaño con calzones color marrón en Reino Aventura.
No hay nada mejor que los Carritos Chocones.
No te sientas mal, a mí me dio taquicardia con La Bruja de Blair, y me dan mucho miedo las películas de terror, ya no digamos pasajes con tipos con cadenas y machetes. Soy una gallinota como tú.
ResponderEliminarO sea que eres un fuckin' pussy.
ResponderEliminarChale.....
jajaja!! Me hiciste reír mucho Bri!!! jajaja!! está increíble!! Yo tengo la anécdota que el papá de una amiga se metió con nosotros a una de estas casas de sustos en una feria que se pone por Augusto Rodin, estábamos dentro gritando como locas y el papá sintió unos pelos en la jeta, dijo qué es esto, acto seguido sacó su encendedor para ver porque, como es casa de sustos, todo estaba oscuro, lo prende y riájale...era una especie de manta de pelos como de Chewbacca de peluche y que lo incendia...los daños sumaron más de 2 millones de pesos de entonces, o sea, 2 mil varos...jajaja...
ResponderEliminarYo me asusto a la menor provocación, con performance, escalofrío, grito graveagudo y rencor eterno para el asustador(a).
ResponderEliminarUna vez fui al sótano del terror del Museo de Cera y la imaginación me jugó tan malas pasadas que me la pasé ciscada los siguientes dos años.
Korova multimedia: voz de Elvis, voz de Elvis!
jajaja que divertido...
ResponderEliminaryo me asusto haartoo pero me gusta mas espantar a los demas.....
seguramente la pelicula del Orfanato no esta en tu lista ..... no te la pierdas..
alguien sabe si inphidelio sigue en el korova?????
ResponderEliminarSoy bastante valientito a la hora de entrar a casas de sustos y películas de terror... el pex es cuando llega la noche...
ResponderEliminarHummmm, dicen que "de lo perdido, lo que aparesca"
ResponderEliminarYa perdiste la imagen de macho mexicano valiente y seguro frente a la chava, pero ganaste la certeza de que ella se puede reir contigo.
Si la relacion va en serio como amigos o como pareja, la tienes de gane porque son pocas las mujeres que se resisten ante un hombre que las haga reir, aunque no soporte las casas de espantos. Y sospecho que si la relacion dura un buen rato y es en buena onda, sera una de las anecdotas mas apreciadas por ella.
Jajajajaja tan grandote y tan llorón!!!!!!!!!!! Migue no puedo creer que no sabía de tu mal de temores! Sabes qué van a hacer mis alumnos de final de semestre????????............Bingo! una casa de terror y no pasa nada seguro te invito!
ResponderEliminarYad