viernes, 4 de septiembre de 2009

Vivo de mi desviación



Yo quería ser ingeniero, porque a mi hermano mi papá lo traía siempre con que sería doctor y como cuando uno tiene cinco años se le ocurren pocas profesiones, ante la pregunta del pariente sin tema de conversación que aborda niños en casa ajena, después de que Nachito contestaba: doctor, yo soltaba automáticamente el oficio que se suponía que sería mi modus vivendi, no por elección sino porque no conocía otro.

En la primaria seguía con el cuento ése de la ingeniería, pero no tenía ni idea de que era, yo lo confundía con la arquitectura y me pensaba haciendo casas, pero sólo de materializarlo un poco en mi cabecita me entraban unas ganas terribles de bostezar y me ponía a imaginar que hacía dupla con Hugo Sánchez en la delantera de la Selección Mexicana que golearía a Alemania en la final del Mundial del 82.

Más tarde fui pitcher de los Dodgers, mediocampista del América, del Flamengo y campeón mundial de peso welter derrotando a Tommy Hearns, claro siempre en la nebulosa de mis alucines mentales, porque en la secundaria lo de la ingeniería de plano ya no me entusiasmaba "como antes", así que dejé de plantearme la pregunta que después hizo canción Miguel Mateos, al fin todavía era nene y no quería ser grande.

En la prepa llegó el tan inesperado como estresante momento de la crisis vocacional. Cuarto de prepa, no te apures todos llevamos las mismas materias, ya escogerás área. Los orientadores, todos unos baquetones, organizaban cada seis meses charlas para que supieras qué hace por ejemplo, un trabajador social (con su perdón, qué deprimente ser trabajador social), sólo de saber que se decía que había mujeres feas en el mundo y después las de trabajo social, mejor ni entré a la charla.

Quinto de prepa, las calificaciones de tus materias, decía la orientadora, son el mejor indicio de qué carrera cursarás, pero para un chico que se doctoró en ping pong, frontón, torneo nocturno de futbol y cáscara de americano, el haber sacado MB en italiano porque la professoresa era un dulcecito de 75 años que no pasaba lista, y que en álgebra tuvo de promedio 4, porque sólo presentó el primer parcial, no eran indicios de nada, si me hubiera orientado por eso ahora tendría licenciatura en indigencia.

El problema era tener que escoger área, ya no digamos carrera, mi análisis fue así: área uno, físico-matemáticas, aunque compré más de una cena con el pago que recibía de amigos y extraños por presentar por ellos física de cuarto con credencial falsa en extraordinarios, y las matemáticas no me eran muy difíciles, no le encontraba atractivo a las ciencias exactas, el único matemático que admiraba era el luchador de la máscara llena de números. Área dos, Químico-biológicas, doctor nunca, ése iba a ser mi hermano, además abrir gente o hacer fórmulas en laboratorios me causaba salpullido, no. Área cuatro, no me acuerdo cómo se llamaba, pero significaba Derecho y abogado me era equivalente a político priísta o ladrón con traje, como dicen, son como los platanitos, porque no hay uno derecho, mejor no. Áreas cinco y seis, (creo que sí había seis) tampoco recuerdo qué eran pero cuestiones artísticas y filosóficas que me agradaban pero tampoco quería acabar mis días haciendo pulseritas y collares para venderlos en Coyoacán.

En fin, por descarte me fui a económico-administrativas, me sonaba bien ser geógrafo, me gustaba la geografía política y podía estudiar en Filosofía y Letras (no entiendo qué hace esa carrera en esa facultad, pero me imaginaba rodeado de hippiosas que querían conocer su yo interno y yo gustoso también de entrar a buscar su mentado yo). Así me pasé casi todo sexto, hasta que llegó el día de llenar la forma de pase automático para escoger carrera. Muy seguro me formé en la cola para entregarlo, una fila inmensa con esa seguridad que da la inocencia al que cree estar convencido de algo, porque yo iba ser geógrafo.

En la espera un amigo me preguntó qué escribiría en la forma y le dije mi decisión y se soltó a reír, "vas a ser geógrafo como Apolonio, jajaja". Apolonio era el maestro de geografía, un hombre de notable inteligencia pero de evidente frustración e insatisfacción por dar clases en una prepa y de eso ganarse el pan. En realidad no lo había pensado así, el único geógrafo que conocía era don Apolonio y yo mismo le decía de burla Apolonio Six, por la heroína de la película Purple Rain de Prince.

"Vas a terminar dando clases con tu trajecito como Apolonio", machacó mi "amigo", pero yo le dije que no, que un geógrafo podía hacer otras cosas, sólo que no supe qué cosas decir que hacía, porque no las sabía. Total que 17 años de indefinición llegaron a su punto más alto, estaba a 10 personas de entregar mi forma y no sabía qué estudiar. Otro amigo que estaba echando pasión con su novia frente a mí en la fila, ya tenía llena su papeleta y lo interrumpí para preguntarle qué carrera había escogido y me dijo, "Comunicación". "¿Qué es eso?", dije. "Pues periodismo, escógela está padre".

Le argumenté que yo no quería er como Jacobo Zabludowsky y me dijo que podía trabajar en un periódico como sus papás que lo hacían en Excelsior y tenían un caserón en San Angel. Entonces ya no me desagradó tanto la idea, por puro convenenciero, eso sí le dije, qué hueva un periódico que yo quería hacer radio. En fin un minuto antes de entregar la forma la llené para estudiar comunicación.

¿En qué momento años de convencimiento sobre mi vocación de ingeniero o el año en que tajante me veía como geógrafo, se desviaron a suspender el faje de un amigo para copiarle la carrera, sólo porque no quería ser un aburrido maestro y terminé estudiando comunicación? No sé pero, la desviación terminó siendo una súper carretera que no me cumplió el caprichito de hacer radio y me llevó a ser fundador de Reforma y ahora editor de Récord y llevar 16 años como periodista en periódicos, pero que, eso sí, se muere de ganas de un día poder dar clases de algo.

Desviarse es cambiar de rumbo, pero no siempre es una elección, en realidad muchas veces somos pasajeros de lo que vida sin preguntarnos tiene para nosotros como camino.

PD: Por cierto, mi hermano es endodoncista y todos le dicen "Doctor".

5 comentarios:

  1. Moría de risa con tu post! Es una pendejada que te den a escoger qué carrera hacer a la tierna edad de 17-18 años...si por mí hubiera sido, estaría doctorada en 'antro'pología y sommelier de toooooodos los alcoholes por haber! Bueno, ese último, sí se convirtió en una chamba verdadera...jaja!
    Muy bueno, cerrando con broche de oro, como siempre!!
    Tschüs! O sea, Ahí nos vidrios! ;o)

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  2. Jejejeeeee

    Cuate en minutos mata años de meditacion. Interesante forma de elejir carrera.

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  3. No hay reflexión de dos semanas que la opinión de un amigo no pueda tumbar en dos minutos.

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  4. Y qué bueno que te desviaste porque nos tropezamos en el camino. En la suma de afectos, todas las estrategias son válidas.

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  5. Ps yo sí me empeciné con la ingeniería, hasta la estudié, y terminé de periodista. Nunca es tarde para corregir el rumbo.

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