miércoles, 31 de marzo de 2010

Gajo de azúcar

Martes. 12:28 horas.

Uno de esos días. Todos los padecemos. Se te enchueca el clavo, se te pierde la arruga de la sonrisa y te tropiezan hasta las hormigas más chaparras. El calor da más calor del esperado y el aire es un cobardón de quinta, ni da bien ni se larga. A medias. El peor de los estados del ser humano.

Asoman las ganas de darle un volteón al reloj y darle un navajazo a la línea del tiempo. Atrasar o adelantar horas, cualquier opción es buena. La noche de ayer o la noche de hoy. Por mucho, las prefiero al ahora. Cuando todos pasan ligeros a tu lado, y tú te sientes pesado, te preguntas: ¿Por qué a mí?, ¿por qué yo?, hoy yo y mañana... ¿quién?

Pero justo en la boquilla del desaliento, el buen Richard, amigo desde hace dos años y chofer de mi jefe, aparece. Me extiende una bolsa, me asomo y veo gajos de azúcar, mis preferidos. No los perdono, ni siquiera en un día jodido.

El buen amigo siempre llega oportuno.

No dura nada el gajo.

7 comentarios:

  1. Los amigos verdaderos, como dices siempre llegan en el momento ideal. Tienen ese instinto.

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  2. YO IGUAL QUE TU: CON UN DULCE ME PONEN DE BUENAS.

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  3. Ya sé de cuales hablas y amo esos gajos

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  4. Así como fan, fan de los "gajos de azúcar" no lo creo, a los cuatro meses nunca te he visto comer uno ni sé qué son... ¿me explicas?

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  5. Mmm. gajos para el desdén

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  6. Sabes que cuentas conmigo, no matter what

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  7. Siempre hay días mejores, eso hay que pensar aunque te vaya bien.

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