lunes, 6 de julio de 2009

Mucho peor

Odio.

Vaya concepto tan radical. La verdad, dudo que lo haya sentido así, como tal, en lo que va de mi vida. He detestado a la gente, me han hartado, me han cagado, he maldicho miles de veces, pero odiado odiado así odiado... creo que no.

En primaria, envidiaba al galancito que iba un año arriba de mí. Porque todas las chiquitirris lo deseaban y babeaban en sus Pepsilindros con el simple hecho de que les dedicara dos palabritas de su preciado tiempo. En sexto de primaria, él escuchaba su Nirvana, mientras yo a Ray Coniff por la anarquía de mi mamá en el coche. Él tuvo una novia argentina a los 12, y yo era marranito come-pizzas viendo partidos de basquetbol hasta altas horas de la noche. Sí, lo envidiaba.

En secundaria, sentí harto rencor por aquel monigote de sexto de prepa que me bajó a mi novia mientras yo iba en segundo. Pinche chango más mamón y más payaso, tuvo el colmillo suficiente como para llevársela en su Chevy (uy, su Chevy), y darle sus besotes y el placer que ps... yo no había descubierto, vaya. Hoy seguramente es un "Gutierritos" enclaustrado en un recóndito archivo de una empresa dedicada al armado de cajas para Huevo "El Campeón". Pero en aquella época, sí, lo aborrecía.

En preparatoria, me zurraba un cabrón que me aplicaba el terror psicológico de tener 398 amigos del Simón Bolívar cuando yo me negaba a pasarle las respuestas de literatura y materias conurbadas. Varias veces le presté varo para sacar su Chevy (uy, su Chevy) del estacionamiento, con la promesa de que me daría aventón a mi casa, cuando al final sólo "me acercaba" (sí, al Estadio Azul, bien cerquitas, pfff). Creo haberlo visto un día en el Worka. Sí, pero de valet parking. Estoy casi seguro. Pobre, porque vivía de sus pretensiones. Pero en aquellos días, sí, lo detestaba.

Durante universidad, me peleé en incontables ocasiones con mi abuelo. Un tipo encantador, pero con un lado B bien cabrón, agresivo e hiriente. Me sacaba de mis casillas con sus mentadas, con sus nimias inquisiciones, con su desquicio nomás porque sí. El pique llegó a tal grado que opté por mudarme de la casa, y sólo así pude sobrellevar la relación en sus últimos días de su vida. Lo extraño un chorro, pero me irritaba a lo grande.

A mi papá... vaya, a mí papá no lo odio. Creo que no hay razones para odiarlo. Nomás me es completamente indiferente.

Y eso, la neta, creo que es mucho peor.

8 comentarios:

  1. como dice la canción:

    el rencor hiere menos que el olvido...



    olivia

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  2. Hola:
    Cuando alguien te acosa, molesta o agrede, reconoce que tu existes y que vales lo suficiente como para que el haga algo, aunque sea desagradable para ti.
    Pero si tu ni no te dignas contestar o molestarte, estas negando su existencia. Lo reduces a nada sin mover un dedo, ni siquiera merece que te esfuerces en demostrar su insignificancia.

    El silencio y la infiderencia pueden ser armas mas dolorosas que los golpes. Es una agrecion sicologica que tarda en sanar.

    Sin que yo sea una perita en dulce, tener en mis manos un certificado medico que decia que el susodicho era sociopata y alcoholico me dio la razon en muchas de las peleas que tuvimos.
    Y no me arrepiento en lo mas minimo de haberlo ignorado tanto tiempo. Tampoco me arrepiento de no saber nada de el despues del divorcio con mi mamá.

    Tambien tube que soportar a varios jodoncitos en la primaria, secundaria y preparatoria, pero despues de mi casa, la escuela era bastante pasable.
    Saludos

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  3. Eterno debate de la indiferencia y el odio.

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  4. Me gustan los odios, rencores, hartazgos y resentimientos porque muestran, por oposición, nuestras expectativas más profundas.

    Las expectativas mutuas entre padres e hijos son un jeroglífico aparte. Por eso a veces es mejor el silencio.

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  5. Si hay algo que duele en lo más profundo es la indiferencia...ahora...como siempre...en mi más OCD (Obessive Complusive Disorder) mood yo siempre pienso lo siguiente dos puntos '¿Sabrá el afectado que estoy siendo indiferente?', '¿Mi indiferencia será obvia o tengo que hacerla más evidente?'.

    Esto me regresa al principio y lo detesto (a quien le toque) por hacerme replantear mi estrategia de indiferencia...bummer!!!

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  6. Dicen que del odio al amor hay un paso, o una página en el libro vaquero, pero de la indeferencia al amor está toda la sección amarilla. Él se lo perdió y no sabe cuánto.

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  7. Hablste de tu abuelo con extrema sinceridad y eso es de agradacerse

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  8. La indiferencia duele más que el odio. Mucho. Cabrón.

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