
Nunca he sido buena para las despedidas; es un cliché porque en realidad nadie lo es. ¿A quién le gusta despedirse de alguien o algo que ama, que le causa bienestar en el corazón o siente un cariño entrañable? A nadie que yo sepa. Pero me dí cuenta que hasta hace poco tuve la verdadera experiencia de protagonizar una despedida. Y también caí en la cuenta de que uno puede despedirse de cosas y de gente. A continuación les compartiré dos despedidas que marcaron mi niñez y mi adultez.
En un viaje a Monterrey en coche, en un paradero en San Luis Potosí, nos bajamos a comer los participantes de esta procesión: mi mamá, mi tía, mi tío y una servidora de 9 años. En ese entonces, un viaje en coche a Monterrey eran más de 12 horas, por lo que ya teníamos nuestros lugares para hacer escalas. Esa tarde, yo lucía muy orgullosa una bolsa llena de cositas de Hello Kitty, My Melody, Little Twin Stars en donde guardaba desde una pequeña engrapadora, hasta una toalla para bañarme. Necia como siempre he sido, mi madre me sugirió no bajarme la dichosa bolsa, corría el riesgo de que se me perdiera, robaran, quemara, desapareciera o simplemente se me olvidara, a lo que yo hice caso omiso. Totally jinxed. Comimos nuestro club sandwich, fuimos al baño y nos fuimos. Calculando que íbamos a una velocidad de 100 km/hr y había pasado media hora, por lo que teníamos 50 kilómetros avanzados cuando yo grité como una loca y dije 'MIIIII BOLSAAAAAAAAAAAAARRRRGGGHHHHHHHHHH'. Mi mamita no frenó y muy tranquila me preguntó que cuál bolsa, ¿la que me había advertido no bajarme?. Yo, en pleno llanto y muy cerca de llegar al síncope cardíaco como en E.T. le dije que 'Siii-i-i-ii-i-iii, la de Jelouu Kityyyyy sniffffsnfifff'. Ella me dice 'Mi amor, no me voy a regresar, ya llevamos mucho camino recorrido. Despídete de tu bolsita. Ya le aprovechará más a una niña potosina'. Lloré hasta llegar a San Patricio. Aún no me repongo. Tenía un cepillito de dientes My Melody con una pastita hermosa y un carrete de hilo dental guardada en esa bolsa. Tuvieron que comprarme una pasta Freska-Ra y un cepillote PRO. No había hilo dental en Soriana.
Esa nostalgia tan peculiar que nos hace guardar servilletas, corchos, etiquetas, mapas y envolturas de chicle se debe a que le damos cierto valor a las cosas materiales debido a que nos condicionamos para recordar un momento que nos haya causado mucha alegría, placer o enojo. Es inconsciente. Por eso, al oler un determinado perfume, un platillo o escuchar cierta parte de una canción, nos remonta a ese momento tan especial que vivimos. Sea para bien o para mal.
Como segunda experiencia, en esta mudanza que estoy haciendo, entre mis cosas encontré una caja en donde estaban todos, TODOS, los condicionamientos posibles de mi viaje a Japón. En donde me enfrenté a una verdadera despedida y no pendejadas. Después de haber pasado 15 maravillosos días entre Tokyo, Kyoto, Nagoya y demás pueblecitos que me enseñó, llegó el momento de despedirme de Chris, mi anfitrión y novio temporal. Ese día muy temprano en la mañana se levantó para llevarme al mercado de Tsukiji. Me levanté muy desganada porque eran las 5:45 AM y no quería despertar porque sabía que después de unas horas, ya me regresaba a mi realidad defeña. Nos fuimos y no hablamos en el camino, que fueron unos 25 minutos de metro y unos 5 caminando. Ya llegando al mercado, Chris volvió a ser el de antes y andaba muy platicador diciéndome sobre la subasta del atún y del pescado Nemo y no sé qué tantas chingaderas más. Yo no lo oía. Si fuera adicta a la heroína, ese hubiera sido el momento ideal para ir al baño, aplicarme mi fix entre los dedos de los pies y desconectarme de la realidad. Pero como no lo soy, pues mejor me dí por completo a la comida y fuimos a desayunar sushi. Ya para cuando regresamos al hotel, lugar en donde él vivía, mi maleta tenía una etiqueta del hotel con la hora del shuttle a Narita: 11:40 AM. Todavía faltaba una hora para que me fuera y subimos a su cuarto. Recogí algunas cosas que me quedaban, guardé mi pasaporte, le avisé que le dejé dos huevitos cocidos milenarios en su refri para que se los comiera...mientras yo hacía esto, una nube inmensa de tristeza me invadió. Sentí que la vida me pesaba y que me iba a ser imposible llegar al elevador. Él estaba igual...pálido y sin mucho qué decir. Pero en ese momento de desolación absoluta, él se levantó y sacó unos 5 álbumes de fotos en donde salía de niño con su traje de tirolés en Regensburg, su tierra natal, hasta de DJ en Sudáfrica. No sabía cómo enseñarme todo lo que significaba algo para él; su hermano, sus padres, sus tíos...hasta que nos llamaron por teléfono para avisarnos que tenía que bajar para tomar el shuttle. Guardó sus álbumes, tomé mi bolsa, abrió la puerta y ví ante mí un pasillo lleno de angustia, dolor y tristeza.
Llegamos al lobby y dijimos cosas sin importancia. El camión hizo acto de presencia y mis piernas temblaban y yo le rogaba a mi cuerpo que no se me notara la ingravidez del despido. Bueno, pues...¿qué dices? ¿un llano y ordinario adiós? ¿un 'te espero en México'? ¿la verdad? ¿'Estoy enamorada y tenía miedo a decírtelo y no me quiero ir y quiero estar contigo para siempre'?. Opté por el ordinario adiós y muchas gracias por todo, me la pasé como nunca en mi vida. Nada más y nada menos. Nos abrazamos, nos besamos y me dijo 'be strong! we will see each other again'. No dije nada. Subí y me senté en un lugar que daba a la ventana, él me veía tan serio, de brazos cruzados y con la vena de la frente saltada. Yo le decía adiós moviendo mis dedos, sin mover la mano de lado a lado...sólo los dedos. Se arrancó el camión y su último gesto fue ver el suelo, levantar el ceño en señal de tristeza, dar media vuelta e irse. Yo volteé hacia el frente y no paré de llorar hasta México, 23 horas después.
Nunca una despedida había sido tan dura para mí. Nunca había sentido tal desolación. Nunca me habían faltado lágrimas para llorar. Nunca me había querido quedar en mi cama y no salir de ese capullo...en resumen, era evidente, nunca me había despedido, todas las demás ocasiones habían sido un hasta luego.
Sí, fue una gran experiencia. Sí, es un recuerdo que nadie va a poder borrarme. Sí, puede ser que me encuentre a otra persona que me llene igual. Sí, ya pasó y a otra cosa. Sí, voy a tener más despedidas. Sí, sí, sí a todo lo que me pudieran decir para reconfortarme. Ha pasado un año y sigo llorando al recordar ese momento. He hecho de todo y sin medida (citando al Príncipe de la canción) para no llorar cada vez que me acuerdo.
Chris y yo nos hemos mantenido en contacto. En breve lo voy a ver y como hasta ahora, dejaré que las cosas tomen su curso. Pero esa....ya será otra historia. Ciertamente decir adiós es un arte el cual nunca dominaré.
Encontrar a alguien que te pueda causar este tipo de emociones no es frecuente. Yo soy de la idea de 'go for it'...me encanta cómo escribes.
ResponderEliminarDe tus mejores posts...
TQM
ARM
sniff sniff!!! Oye, me hiciste llorar con tu poast. Yo pasé algo muy similar que de igual manera me rompió el corazón. Gracias por compartir tan excelente post.
ResponderEliminarmario
Yo también lloré con tu post, está increíble, me he sentido más que comprendido aunque en mi caso la despedida fue una muerte pero despedida igual, ojalá tuviera el 10% del talento que tienes para escribir y poder plasmar todo lo que siento para la eternidad.
ResponderEliminarFelicidades.
Snif.
ResponderEliminarEs el reloj de adentro el que marca las despedidas. Por más que el desapego nos deje, a cambio, sabiduría duele. Y a todos nos duele que te vayas.
11:40 bis.
Entonces, cuando lo veas podras decirle todo lo que lloraste.
ResponderEliminarIgual y la despedida sirva para tener un mejor reencuentro.
Suerte
Yo también tenía el cepillo de dientes con la pastita. Era de little twin stars... ¡¡¡y también lo perdí!!!
ResponderEliminarMucha suerte en tu nueva vida amiga. Te quiero mucho.
Hasta luego...
Laura Obregón
Maldita Olis....lloré como desesperada! Te imagino muy triste haciendo pucheros en el aeropuerto.
ResponderEliminarQué bien lo describes...me encanta tu estilo. Me doy cuenta que cualquier evento en tu vida lo conviertes en algo conmovedor.
Suerte...nos tienes que contar qué más pasará con él...
Lore
Olí la columna de la semana me hiso recordar tantas cosas desde ese recorrido en carretera q mi familia y yo emprendíamos desde Reynosa… La moda de kitty con mi sis Gaby en fin.
ResponderEliminarDespués de haber vivido en más de siete ciudades y tres países diferentes las despedidas eran algo natural para mi. Creo q conocí la amargura de una despedida esa tarde q deje a mi ex esposa en el Aeropuerto Benito Juárez rumbo a Buenos Aires con mi hijo en brazos ….Conoces la historia.
Hace tiempo el mismo sentimiento en el mismo lugar esta vez cuando Aline se iba de estudios o más bien de Vida a Valladolid… Olí lo q quiero decir es el despedirse es más difícil para él se queda a vivir la ausencia. No para el q parte… Irse más q tristeza causa expectativa vivir, la emoción La découverte d'un demain incertain…
En fin mi Olí no te apachurres aquí te vamos a echar mucho de menos pero jamás te olvidaremos y sabes q tu servidor seguro te ira a visitar esa frías tierras de cerveza amable.
Un beso q siga las columnas!!!
Andy Barrales
Toda perdida implica un duelo, y si no elaboramos ese duelo, se enganchará con el siguiente como una especie de eslabon de una cadena, haciendonos la mas reciente despedida mas pesada.
ResponderEliminarPero ni modo amiga, es un paso y hay que darlos. si te vamos a extrañar cañon, pero estaremos tranquilos sabiendo que tu estas bien, que estas disfrutando tu nueva etapa, y claro que haremos e sacrificio de irte a visitar.
Solo para comprobar que alguien tenia razón te fuiste a Berlin a perseguir a...
jajajajaja
Besos
Amiga...qué te puedo decir, pues somos humanos y las despedidas de cualquier tipo son algo a lo que nunca nos vamos a acostumbrar, asi que con la frente muy en alto seguiras por tu camino sabiendo que tienes en este lado del planeta a gente que te vamos arecordar y a querer como tu eres, asi es que mucha mucha suerte y que seas muy feliz, te lo mereces. Espero que nos podamos ver antes de tu partida al otro continente.
ResponderEliminarTe quiero mucho mucho y te mando muchos besos y abrazos.
Avisame la fecha de tu partida.
OOOLI!!!
ResponderEliminarme encantó y conmovió muchísimo lo q escribiste, pero también los comentarios que te han dejado otros lectores, en serio que nos llega lo que dices y mira, cuánta gente te queremos! Estoy segura que te va a ir muy bien y lo que te he dicho, vete con todo el ánimo y la valentía y cuando quieras, "agarras tus chivas" y te regresas, aunque sea nomás para saludarnos.
Te quiero mucho y que bueno que nos reencontramos.
un beso!
Mi amor: Cada día mejor; espero que escribas igual de bien en alemán....que se agarren los alemanes que ai´les va una competidora de Goethe!!!!!! Sobre las despedidas platicaremos cuando estés allá, no quiero que suframos desde hoy....te amo!!!!!!
ResponderEliminarTu mamá
Nena eres grande!!! tu estilo es maravilloso! Que te puedo decir... Las despedidas son dolorosas, son parte de nuestro aprendizaje y evolución. Algo a lo que no estamos acotumbrados, pues la mayoria de las veces lo tomamos como duelo! Pero tambien son el inicio de ciclos maravillosos, de nuevos amores, de nuevos proyectos! Lo importante y maravilloso de este asunto es todo lo que has fincado, el amor que has depositado en todas las personas que te queremos y admiramos! para todos nosotros, no es mas que un hasta pronto, y una enorme felicidad el saber que corres tras tus sueños ESO ES GRANDIOSO! Gracias por compartirnos tu hermoso talento y tu autenticidad!! Y queda la promesa de vernos pronto,muy pronto en Berlín!! y VIVE, Vive Oli y siguenos llenando de alegria!!!Dios te bendiga,
ResponderEliminarwow... qué te puedo decir? tu post me dejó sin palabras amiga, conocía más o menos la historia pero no los detalles que describes aquí.... No cabe duda que toda despedida duele pero hay algunas que dejan grandes cicatrices. Lo chido es que hasta de eso, podemos y debemos aprender. TQM
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