miércoles, 22 de julio de 2009

Pura aristocracia

Cierto. La gente que me conoce sabe que peco de honesta, de directa y no tengo reparo alguno en decir qué mal te ves el día de hoy o qué perdedor tienes por novi@. A veces, la gente no lo toma a bien, sobre todo si es nuestro "primer encuentro". Para mí, decir o no decir nunca ha sido un gran dilema. Pero en esa ocasión, sí lo fue.

Hace algunos años tuve un encuentro de lo más insólito en la ciudad más singular per se: Nueva York. No es por intrigar, pero la conozco como a la palma de mi mano y sé perfectamente en dónde quedan desde los mejores hot cakes estilo Mississippi, pasando por el mejor lugar para jazz underground, hasta la peor comida vietnamita. Esta última hazaña la descubrí por este encontronazo que me puso por primera vez en esta disyuntiva, huelga decir que fue mi primera cita después de muchos años, por lo que mi actitud era no sólo de ansiedad, sino de que todo saliera perfecto, tal como yo me la había imaginado gracias a la influencia del cine norteamericano.

Conocí a Steve en un evento de la revista en donde trabajaba. Él vivía en Nueva York, pero era originario de Philadelphia. Intercambiamos tarjetas, guiños y nuestras respectivas id's de messenger. Recuerdo haberlo visto guapetón y con un detalle que me pareció peculiar: traía un suéter de cuello de tortuga en pleno mayo. Pensé que, como en NY hace mucho viento en esa época, pues se quedó con la maña. No tomé en cuenta este detalle, yo era nueva en esto. Craso error.

Pues después de un mes de chatear ávidamente sobre qué comida me gusta más, qué espero de una relación, quién me ha hecho sufrir hasta la ignominia, y qué detesto en un hombre, quedamos en vernos en el aristocrático Waldorf Astoria (no queríamos ser molestados, él vivía con un roomate) un jueves en la noche para pasar el fin de semana juntos, para más detalle, en el Bull and Bear, el bar de este hotel de lo más simpático porque tiene arriba de la barra, los cierres y demás del NASDAQ, S&P's y demás mafufadas de Wall Street. Yo, me había arreglado como si mi date fuera Jude Law. Llego al bar con mi vestidito de tirantes Nanette Lepore y veo a lo lejos...UN CUELLO DE TORTUGA y una manita haciendo aspavientos, ¡aquí estoy!. OK, no tengo fobia a esta modalidad de suéteres, pero ya para entonces estábamos a 30° a las 9 de la noche con una humedad del 76%. Mmmm....un loco por el cashmere, namás eso me faltaba.

Steve fue muy decente y hasta chistoso. Se aventó un chiste sobre asiáticos, externó su opinión sobre la guerra de los Balcanes, comentó sobre las Torres Gemelas y su teoría de la hermandad entre árabes y judíos y el compló que maquinaron vs. George Bush...todo esto mientras yo, atónita, quería ver debajo de su cuello de tortuga. Nada, no se veía nada raro. Terminamos de cenar y nos fuimos a un, digamos, lounge-bar-disco llamado Lot 61. Pedimos Cosmos y Dry martinis y Manhattans y chelas. Ya después de este arsenal me dice 'Oye, voy al baño, creo que hace algo de calor y me siento fuera de lugar con esto! jajaja'. ¡POR FIN! ¡¡At last!! De pura emoción pedí otra Heineken y cuando le estaba dando el primer sorbo, Steve aparece sin el suéter. La peda se me bajó. Yo sé que piensan que puedo ser picky, que me voy a los extremos. Pero entiendan, nunca había salido con alguien que tuviera como un moco de guajolote por manzana de Adán. No sé si era un defecto congénito o si era porque eran varias verrugas que juntas, constituían una larga hilera que colgaba a manera de moco o si era una gran cicatriz de un asalto y él tenía cicatrización queloide. NO LO SÉ. Pero, era demasiado, too much para mí.

Bailamos un poco y cuando estaba en su apogeo el claqueteo, argumenté que me sentía malita y que lo mejor era irnos al hotel. Esto me sirvió para lo siguiente: nos fuimos y pude fingir una gran guacareada para no pasar al acto sucio. Bueno, pues mientras él ronacaba en la cama contigua, yo no pude dormir porque no sabía cómo decirle que le agradecía todo, pero pues el moco era superior a mis fuerzas. No quería herir sus sentimientos, pero tampoco me iba a sacrificar por la causa. Dieron las 8 am y yo no había pegado el ojo. Yaaawwwnnn...se despierta y me hago la dormida. Entra al baño. Entro en histeria. Llega el desayuno que pidió del baño. Sale bañadito y siento un gran respiro. 'Good morning!! Ready for me baby?'. What the fuckkkk!!! Of course not!! Le respondo que claro que sí, pero primero necesito bañarme y arreglarme, te importa esperarme en el lobby?. Él dice, no, claro que no. Por primera vez en la vida tardo 20 minutos en bañarme y arreglarme. Mientras bajaba por el elevador pensaba 'Ya sé, ahora que estemos en el Met mientras vemos los sarcófagos egipcios, le diré que siento que me ahogo y que no puedo ahora NI divertirme. Si, eso haré'.

No pude. Literalmente no lo pude hacer. Tenía unas grandes ojeras, me comía las uñas, me sentía pésimo...ni con la exposición de Chanel pude distraerme. Salimos del museo y le dije, 'Steve, creo que es importante que hablemos'. Su cara se transformó. Era una mezcla entre odio y 'ya lo sabía chingadamadre'. Y me dijo, 'Está bien, pero vamos a comer primero'. OK. Fuimos a un lugar entre el East Village y Chinatown que tuvimos que bajar 100 escalones para llegar al restaurante. Era comida vietnamita. Fue la venganza perfecta, lo admito. Se ofreció a pedir mi platillo, no me pude negar. Comimos unos entremeses de carne de serpiente y me comentó que este lugar era muy 'underground' porque tenían hasta carne de tortuga. Llegó nuestro plato fuerte y me dieron una especie de caldo con como chamberete y unas hojas varias de lima kaffir, cebollas y cebollín que fue lo que pude distinguir. Fue una pesadilla. Estoy segura que era perro y como perro no come perro, pues lo hice a un lado y me comí unas cebollas hervidas que estaban dentro del caldo.

Después de este banquete, no dudé ni un momento en decirle que me sentía como Tutankamón, que gracias por una maravillosa noche de copas y que no podíamos ser mas que amigos porque era muy distinto a mí. No se preocupen, no se fue triste ni cabizbajo, se fue diciendo que las mujeres estábamos locas, que cómo era posible que yo pensara que no quiero estar con alguien como él y que de lo que me había perdido en la cama.

En efecto, me perdí una noche de cama king size porque las subsecuentes pedí cambio de cuarto y me pusieron en uno con vista a Park Avenue y en una cama enooooorme para mí sola. Desde entonces, no me aguanto más de 15 minutos en decir las cosas, ya sea para bien o para mal. Nunca más he pensado 'ayy pobrecitooo', ni tampoco '¡pero es muy buena gente!'. Por eso, es mejor decirlo a aguantarse comer hasta perro.

12 comentarios:

  1. Jajaja... excelente como siempre!!!

    TQM
    Ileana

    ResponderEliminar
  2. Tengo una experiencia muy similar que contarte. Nada que ver con mocos, pero también medio gore. Te entiendo.

    ResponderEliminar
  3. Lo maximo Oli, as always!!!
    Besitos

    Claudia

    ResponderEliminar
  4. Ya con las cebollas hervidas te habías puesto el escudo perfecto, jajajaja

    ResponderEliminar
  5. Historia para sex and the city, pobre guajolote. Eso de "lo que te perdiste en la cama" es sólo inseguridad ante el rechazo

    ResponderEliminar
  6. Quien no ha pasado por una de esas, y quien no se ha aguantado... dimelo a mi que por "pobrecito como le voy a decir" me case con el!!!! jajajaja pero ... nunca mas

    Besos cuki
    Fabiola

    ResponderEliminar
  7. Excelente!!! Quién no ha tenido una experiencia similar, no ha vivido el 'dating game'!!!

    Amo los jueves, gracias!!

    TQM

    ARM

    ResponderEliminar
  8. jajaja no bueno, me cae que solo a ti te pasan esas cosas tan raras. Pero lo bueno es el humor con que lo tomas. Y si que asco, buaaaaa quien sabe que te dio de comer, que horror. Y ya lo dijo Serrat, nunca es triste la verdad lo que no tiene es remedio...

    ResponderEliminar
  9. ¡QUEREMOS FOTOS..!
    ¡FO-TOS FO-TOS FO-TOS..!

    ResponderEliminar
  10. Lo curioso es que ninguno de nosotros tiene garantizado que en su futuro esté a salvo de portar algún defecto físico y de exponerse al rechazo correspondiente.

    Por lo menos, en Nueva York la experiencia tiene cierto caché.

    ResponderEliminar
  11. Ok, ya espere 15 minutos para decir lo que pienso...

    Por cosas como estas digo que aquello de apoyar al Teleton es pura hipocresia y lastima que no sirve de nada para los discapacitados.

    Que es una causa noble, que ellos lo necesitan, que tenemos que ser solidarios, ¡puro cuento!

    Mejor dar dinero (o comer perro) que hablar claro con los que son diferentes. Lo mismo discapacitados que indigenas o galanes cuello de guajolote. No estamos contra ellos pero que guarden prudente distancia.

    Saludos

    ResponderEliminar
  12. Un verdadero via crucis es el que uno tiene que pasar cuando se da uno cuenta de lo pinche que está la otra persona o que tiene algo que uno ya no le late...

    Una pluma con frescura mi reinis...

    Saludos desde Buenos Aires!

    ResponderEliminar