viernes, 31 de julio de 2009

El verdugo

Más que de despedidas, que a nadie le gustan salvo a los toreros que se hacen campañas de 30 corridas para retirarse y luego cada cinco años regresan y vuelven a hacer otra gira para despedirse en una farsa infinita, a mí lo que me duele son los despedidos.

Más allá de la visión empresarial que obliga a un jefe a tomar la decisión de decirle que sí a un subalterno, cada vez que he tenido que ser el conducto por el cual una persona se queda sin trabajo, realmente sufro.

Aunque el pesonaje en cuestión sea un huevón de siete suelas, un parásito sin remedio o un caradura consumado, explicarle a un tipo por qué no sirve me es tan complejo como entregar a un condenado a muerte al patíbulo.

Empiezas con un "tenemos que hablar", y de ambos lados del hilo se tensa la plática. "Pues mira, a lo largo del tiempo que llevas aquí han pasado muchas cosas...", y bueno de ahí brincas al compromiso, al cumplimiento de las expectativas, a la actitud, a que estás seguro que puede dar mucho más y que desafortunadamente la relación laboral tiene que darse por terminada.

Por lo general todo pasa en santa paz, pero eventualmente ves ojos llenos de lágrimas, miradas de "ahora qué voy a hacer", pero invariablemente yo me siento el verdugo que le cortó la cabeza a María Antonieta. Y es que en varias ocasiones me ha tocado cortar a personas que no se lo merecían, que hacían bien su trabajo, pero que los alcanzó el recorte, y me escucho como el clásico novio que malargumenta el rompimiento con el consabido "no eres tú, soy yo".

Otros, los que saben que ellos hicieron mucho para ser despedidos, por lo regular caen en el mea culpa y eso hace más llevadera mi labor de matador, solamente una vez, el corrido se me puso a la brinco y casi me pega y salió amenazando con que un día conocería al gran periodista que había dejado ir y me arepentiría. Ojalá, pero todavía no sé nada de ese portento de la comunicación, seguiré esperando.

5 comentarios:

  1. A mi me ha tocado fungir de ambas: despedidor y despedido. Como despedidora, hay cierta rembembranza con Pilatos, uno manda al patíbulo y se lava las manos, confiando en que el destino haga el resto. Como despedida, las palabras del verdugo se quedan impresas en la iconografía personal.

    A todos los niveles, irse o dejar ir, tiene más pliegues de los que podemos controlar.

    Buen cierre de semana!

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  2. Jejejeee, para despedidas y regresos Michael Jordan.

    Y de los despidos, pues si duele. Sobre todo cuando tienes que correr a alguien que no tiene la culpa de nada y si hace su trabajo.

    Pero son riesgos del trabajo, igual pasa cuando trabajando te accidentas y quedas incapacitado de por vida. La indemnizacion no alcanza ni para las medicinas, pero aceptaste el trabajo y firmaste un contrato a sabiendas de los riesgos.

    No quiero decir que te sientas bien corriendo gente, pero tampoco debe ser traumante.

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  3. Pues ya ves cúantas veces se ha despedido la D'Alessio! jaja!

    La verdad no es nada padre ni correr ni ser corrido...¿ven como digo que el despedirse es un arte?

    ;o)

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  4. Despedirse engloba todo tipo de sentimientos, buenos, malos, raquíticos, en fin.

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  5. despedir gentecita (huevones, cínicos mediocres, burócratas mentales y "profesionales" de doble agenda) la neta nunca me ha costado trabajo.

    despedir Personas cuando son talentosas, responsables, proactivas y con potencial (por ejemplo, por que quebraste una empresa y no puedes pagarles), eso sí... cómo cuesta, cómo duele, cómo marca.

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