viernes, 22 de enero de 2010

Godoy

El tema de esta semana no podía quedarme más adhoc, porque urge que explique un poco mi ausencia. Lo hice en un post casi cifrado hace 15 días, cuando anda muy down. Paso a explicar, pues, el motivo del plantón que les puse a mis, ya de por sí selectos por no decir escasos, lectores.

Resulta que por cuestiones de salud mi familia se fue a vivir a Estados Unidos y los tuve que ir a dejar y me regresé al DF para trabajar y mandar la marmaja para cubrir dicha expedición. Ésto me produjo una mezcla entre pesar y alegría: pesar por los kilómetros de por medio y alegría porque el pequeño Darío ahora tendrá mejores terapias y escuela. Si un capitán nunca se baja de barco hundiéndose, mucho menos un almirante se hunde cuando el barco está andando, así que dicho lapsus menguante pasó y aunque hay nostalgia, también esperanza.

Irme también me hizo ver que por ahí, como la latosa Nenek, nueva lectora korovesca que me echa porras como si le diera despensa del DIF o lonchibon perredista, hay por ahí, dos que tres anónimos y Andrea que me levantaron el ánimo dejando comentarios hinchaegos. Gracias a ellos y a los korovos, que son materia aparte y que siempre me han impulsado a seguirle dando a la tecla (de la compu).

Aclarado lo anterior no puedo dejar de recordar a mi extinto tío Godoy, quien en eso de los plantones hizo maestría, pero no por aplicarlos si no por sufrirlos. Lo suyo era como de película de Libertad Lamarque, una cosa por demás melodrámatica que rayó en la tragedia y que terminó en cuento de hadas.

Resulta que Godoy, hermano mayor de mi papá, que no se llamaba Godoy pero que era conocido así por su adiposa complexión física cuando niño, era bastante galán. Hombre que heredó el fino oficio de la sastrería de mi abuelo (otro dandy de inicios de Siglo que merece miles de posts aparte), que con cara de López Moctezuma y bigotito de Ramón Gay era el objeto del deseo de varias las descalzas y hasta de las "con zapatos" en la Colonia Guerrero.

Al final de los años 40 y principios de los 50, Godoy se hizo de los amores de una mozuela, que para no ventanear, aquí se llamará Mercedes. Meche y mi tío se querían así como se querían el Pichi y la Chachita en Nosotros los Pobres, creo que hasta el mundo era blanco y negro como en la película, al menos así la recuerdo por la foto que todavía conserva mi papá de ella. Era algo así como un Elsa Aguirre en sus 18, bastante potable la señora, pero nunca llegó a ser mi tía.

El amor de estos tórtolos no era bien visto por la familia de la Meche y pues ante eso no había más que robársela. Godoy dispuso todo para que fuera por la mala pero decentemente, es decir se fugaría de su casa la novia, pero el punto de encuentro sería la iglesia, donde una vez casados en extremis vivirían juntos.

Godoy llegó a la cita secundado por los alcahuetes de sus hermanos y su mamá, obvio era que Meche podría tardarse un poco y que no cabía la desesperación por los primeros minutos de tardanza, pero los minutos se hicieron horas y a Godoy no le quedó de otra que ir a bucarla a su casa.

Al llegar, el suegro le informó que la intento de fugitiva había sido sorprendida en el momento que en que aplicaba la de Zobek y trataba de salir por la ventana. Jamás, dijo el suegro, se casaría con Godoy, jamás. Mientras, dentro de la casa los berridos de la Meche eran tales que alcanzaban a taladrar al mozalbete plantado.

La negativa de unos padres no es pretexto para no conseguir juntar a un par que babean el uno por el otro, lo malo fue que Meche, y esto no es ficticio, ante el no de los padres, amaneció fría y no volvió a ver la luz. Se envenenó porque prefería la muerte a no vivir con el amado Godoy.

No por cualquiera se suicida alguien o más bien no todos cargamos en el currículum con una suicidadita, y eso a mi tío le pegó un buen rato. Años después conoció a la que a la postre sería mi tía, bonochona y aguantadora dama que todavía le sobrevive, luego de que hace un par de años Godoy, mediando los 82 añitos tuvo a bien entregar el equipo luego de una buena vida.

Acostumbraba a beber whiskey y cada vez que le decíamos que cómo le hacía para estar tan bien a sus 80, nos decía "chupen, chupen, ese es el secreto". No sé si tenía razón, pero del hígado no murió. Lo que recuerdo muy bien fue cuando me contó esta historia que me conmovió, pero más me sorprendió que no fue la única vez que se quedó frente al altar, ¡mi tía se rajó una vez justo el día del bodorrio! Aún así fueron muy felices y que yo sepa Godoy nunca se amargó, así que si algún día los plantan o se les suicida la novia, chupen, ese es el secreto.

8 comentarios:

  1. Estas peor que AMLO ! me prometiste unas despensitas! ja!
    Las historias de amor, aún las que no lo parezcan, aun en sus versiones más torcidas...me encantan!
    Y sí, a chupar que el mundo se va a acabar y no hay nada que un buen tequila no pueda sanar!
    Saludos,
    NNK

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  2. Anónima Porrista22 de enero de 2010, 7:55

    Wellcome back Xoxean!!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Perdón, lo borré por accidente.

    Decía que soy absolutamente fan de tu familia y que me invitaras un día a nutrirme de todas esas anécdotas!

    Pero mejor sigue escribiéndolas tú, que lo haces de un modo adictivo y fascinante.

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  5. Gran gusto verte de regreso y con renovados ánimos.

    Tu anónima de confianza ;)

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  6. Qué bueno que volviste, seguiré leyéndote.

    Saludos.

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  7. Ese era amor del bueno.

    Tú tio era todo un personaje de novela.

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  8. Wow...perdón, no había tenido tiempo de leer con detenimiento...pero esto es, realmente de novela. hay material mi querido Pip...pero sí, si te das cuenta así es la vida y si volteas a tu alrededor, hay historias así de interesantes en nuestra familia...basta con tener la sensibilidad para verlas de manera que tú lo haces.

    XX

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