Si algo le puedo agradecer a mi papá es la dedicación intelectual que tuvo conmigo cuando era chavito. Según se dice, él me enseñó a leer, estimuló mi memoria y me compró la Enciclopedia de Disney, misma a la que atribuyo las bases de mi afición por leer y escribir.
Pero también, si algo le puedo reclamar, es que jamás me encaminó mejor en la práctica del deporte. O sea, me retacó de teoría del Cruz Azul y jamás me puso en una escuelita o algo por el estilo, para que yo fuera el centro delantero que la Máquina debió tener (anden, ríanse culeros). De la misma forma, nunca se aplicó en las artes y formas de instruirme sobre el futbol americano, basquetbol, atletismo, rugby, sumo y/o surfing marsupial.
Y de algo tan básico, como andar en bicicleta, ya ni hablamos. Ya divorciado de mi papá, mi jefa se encargó de "conseguirme" una bicicleta, porque a sus 8 años, el "nene" quería aprender a andar (háganme el favor, qué pinche imprudente, ¿no?). Entonces fueron con mi tía Virgen y le "pidieron prestada" la bicicleta de mi primo Toño, que a su vez fue de mi primo Pepe... y de quién sabe cuántas generaciones previas.
Con todo respeto, el cacharro aquel estaba pa'l perro, jaja. Dorado en su estructura principal, el manubrio era como de niño lelo y la cadena un poco-caida. Pero eso sí, me la presentaron como "ideal para que aprendiera".
Mmmm... ajá.
Mi brillante capacidad para deducir aquellas patrañas todavía no llegaba a mis neuronas, así que, con todo y la gran estafa, tomé el vehículo y me puse a darle con entuasiasmo en el patio de la casa de Eugenia, intentando aprender vía empírica y autodidacta uno de los rituales más ñoños en la historia de las relaciones padre-hijo.
Yo me cagaba de miedo. No por los rechinidos de la vírula, sino porque siempre no sabía cómo chingados. A los 'n' intentos, que me aviento y ahí voy a la pedaleada en un margen muy corto de maniobra (como Romario, ja). Pasaron los días y yo desarrollé la habilidad como los changos que reciben cacachuates en Chapultepec. Bravo, bravo (tarado), bravooo...
Lo malo, paradójicamente, fue confiarme de más. Ahí tienen al niño lelo dándole con singular alegría cuando la cadena se volvió de algodón ZOOM, el volante de plastilina y las llantas de parafina. Todo decidió derretirse al mismo tiempo, y el único pendejo que pagó las consecuencias de 746 generaciones de bicicleta oxidada fui yo, yendo a dar directamente al suelo en un putazo memorable. De paso, nadie en la casa para curarme.
Dolor inolvidable por la sangre, por los moretones, por las costras y por mi dignidad que se fue por la coladera del patio. Lo rescatable del asunto es que, meses después, me regalaron una bicicleta propia, gracias a "los Santos Reyes", y ésa sí que estaba de poca madre y pude recorrerla por las calles de la Del Valle.
¿La lección? Gracias papá por dejarme entender algo muy importante sin la necesidad de tus discursos de súper hueva: No pedalees la bicicleta de otro cabrón, aunque te digan y recontra digan que es tuya.
De eso, nunca sale nada bueno (Sale pura pus, de hecho).
jajaja! Me he reído como las grandes... mi padre tampoco estuvo conmigo para enseñarme a andar en bici y mi madre me trató de enseñar con una bici que me regalaron, también, los santos reyes..pero fue infructuosa la enseñanza.
ResponderEliminarAprendí, aunque suene muuuy mamón me vale, cuando fui a Europa en el mundial del '98, en Versalles para ser exactos...todos andaban en bici menos yo, qué osoooo...y dije, pues ya si me parto la madre, al menos será en el suelo donde paseaba María Antonieta...no cabe duda...el orgullo mueve montañas....
Excelente inicio, as always...
¿Virgen? ¿Así se llamaba la tía?
ResponderEliminarMe gustaron las múltiples lecturas.
Todo lo que implique manejar es metáfora, ya verás cómo cambia la perspectiva cuando uno tiene hijos y el capítulo continúa.
me gusta tu blog por que siempre termino riendo bastante, y más la anologia que sueles hacer con la vida sexual de uno, que para efectos meramente prácticos se asemejan por mucho a la realidad.
ResponderEliminarMBS: Eres GRANDE. Mi anecdota relacionada: Wallace Porter I (Wallace Keneth)un dia prometio regalarme una bici. El dia que murio, una tia me dijo "Lo siento mucho. Mas que nada porque nunca recibiste la mentada bici". Cierto! Yo tenia 19 cuando murio. Quien chingados es tan cruel para decirle a un niño "te voy a regalar una bici" y no cumplir la promesa durante 12 años? Resultado: la bici que tengo actualmente me la regalo una amiga; la encontro en un basurero junto a su casa.
ResponderEliminar¡La Enciclopedia de Disney es genial!
ResponderEliminarSí se pueden pedalear bicis ajenas, pero que sean bicis buenas no cualquier triciclo apache. Jajajaja, calrito te imaginé hecho un mocoso con el hocico sangrando como el caballo blanco.
ResponderEliminarSi hubiera estado ahí se hubiese venido el Duuuhhhhhhhh!!!!!! IDIOTA!
ResponderEliminarla enseñanza esa... debería de venir en los libros de texto GRAN POST
ResponderEliminarYo nunca he aprendido a andar en ese aparatejo del demoño.
ResponderEliminarA mi mamá le daba pánico loco paranóico cualquier cosa que pudiera dañarnos, y tomando en cuenta que tuvo a sus hijos con 10 años de distancia entre todos, pues no había gran apoyo.
Recuerdo cuando fuí con mi prima a seattle, todos los chicos en bici, me prestan una como "lo mas normal" me trepo en ella "como lo mas normal" y azoto como res como "la mas normal res" del planeta, me tuve que regresar caminando la bicicleta.
Ahora estoy en terapia para aprender a manejar un carro, y cuando uno tiene hijos eso es la muerte :P.
Ojalá los autos usaran llantitas de seguridad.
Reí, reí y no paré de reir. Cabe mencionar que en mi infancia era un casi profesional del ciclismo; a pesar de ello, por copiar a los ciclistas de la Tour de France andando con la cabeza agachada con fines aerodinámicos, no se me ocurrió ver al frente y tuve un choque de frente y a máxima velocidad (por lo aerodinámico)con el trenecito del Parque de Pilares.
ResponderEliminarHola:
ResponderEliminarRecorde mi infancia, yo tambien me cai del mundanal de biclas ajenas. Eran alquiladas y ahora que lo pienso, el negocio tenia toda la adecuada pinta de prostibulo.
La mas memorable partida de cresta me la hizo mi hermano jugando carreritas, yo iba a la delantera, cai y el me paso encima. Fue la unica vez que mi mamá no dijo nada de que agarrara la puerta de la casa a golpes para que abrieran. Tambien fue la unica vez que toque de esa forma.
Saludos
Hluot Firthunands