Corría el año de 1988. Mis únicas preocupaciones verdaderas eran las fiestas, las tardeadas de News y qué ponerme para los dos eventos anteriormente mencionados. Cabe mencionar que a los 14 años, la apreciación que uno pueda tener de la moda es completamente bizarra. La mía era una completa aberración. Con fashion role models como Timbiriche, Miguel Bosé y Flans, no podías esperar mas que un híbrido vestido en Benetton, Fiorucci o Guess, en el peor de los casos con Suburbia, con un cuerpo que se está transformando en un ser humano...tienes la cabeza más grande que el cuello o los brazos muy largos o las piernas muy cortas. No hay diseñador o moda que te acomode. Aún así, me atrevía a salir con pantalones 'aguantacacas', como mi Santa Madre y todos los adultos de los ochentas le decían. Y arriesgando mi pellejo, a mostrarme ante la sociedad en mi primera fiesta de noche con un bolero de terciopelo. Por primera vez lo puedo comentar en público. He aquí la crónica.
Alejandra (mi mejor amiga) y yo teníamos una amiguita de las tardeadas llamada Laura. Ella vivía en la Guadalupe Inn, muy cerca de los tacos de carnitas de Ricardo Castro, para mayor referencia cultural. Laura era un año más grande que nosotros. La recuerdo con el pelo con una 'base' y color castaño caoba, o sea, anaranjado, haciéndole un homenaje a Bozo el payaso. El pelo verdaderamente quemado por los químicos para enchinar. No conforme con eso, lo tenía corto y se lo cepillaba, por lo que estaba crespo y grifo. Hasta eso, se vestía a la moda y como era muy flaca, no se le podían ver mal los mallones con blusones. Su sello personal era el lápiz para delinear en color azul eléctrico y la boca roja. Una joya.
Pues esta muchachita cumplía sus 15 añotes y esperaba hacer un gran festejo para el mismo. En salón, con DJ y toda la cosa. Nada de bajar por las escaleras con cadetes ni hielo seco. Unos 'quinceaños' de la nueva 'muchachada'. Cuando nos dió la invitación, vimos que decía: 'Formal'. ¿Qué? ¿Cómo? Mi madre y mi tía, la madrastra de Alejandra ni tardas ni perezosas nos instaron a que fuéramos a Perisur a comprar el atuendo. Recuerdo que Alejandra dijo, 'no, ya sé, ¡que Elisa me preste su vestido negro de mezclilla que está de perlas!'. Como pura acotación les comento que Alejandra es pequeñita (1.50 cms) y este vestido tenía unas hombreras muy parecidas a las del atuendo de Tina Turner en Mad Max Beyond Thunderdome. A mí me gustó un vestido strapless negro de terciopelo y si, el famoso bolero de terciopelo con brillitos verdes y rosas. En una tienda que se llamaba Pedro Loredo. Pedro es famoso por sus diseños ochenterísimos tipo Azzedine Alaia, toda proporción guardada. Para agregarle 'glamour' al asunto, me compré unos guantes hasta arriba de los codos negros de satín. Toda una 'vamp'.
Después de las compras, estábamos listas para comenzar el proceso de hojalatería y pintura. Decidimos que mi casa fuera el Centro de Black Ops. La fiesta comenzaba a las 8 y nosotros desde las 4 estábamos poniéndonos mascarillas y tubos. Sí, tubos de verdad en la cabeza. Por favor, eran los ochentas y mi mamá nunca le tuvo fe a las tenazas, la conservaba bajo llave en el clóset, por lo que sus tubos eléctricos Goody eran la opción y nos aseguró que íbamos a quedar hermosas. Estábamos en el proceso de peinado cuando llegó mi abuela a tomar rienda del asunto, '¿Qué pasa aquí? ¿Se van de fiesta? ¿Son unos quince años? A ver Vicenta, tráeme mi neceser de maquillaje'. Vicenta era la muchacha. Llegó con un neceser que parecía baúl, lo abrió y mi abuela decidió comenzar con Alejandra. Le quitó los tubos, la peinó y la dejó idéntica a Judy Garland. Con el fleco enrolladito, media cola y toda la cosa. También la maquilló como a ella. Mucho rímel, mucho lipstick rojo y mucho blush. A mí lo mismo, boca roja, ojos con masacotes de rímel y sombras brillantes grises. Mi peinado era verdaderamente patético. No hay alguien a quién poner de ejemplo. Media cola, una especie de rulos deshechos y grifos y mucha laca. Sin fleco, todo hacia arriba, prediciendo una moda que vendría 25 años después. Visionaria mi abuela. Por cierto, mi pelo era corto, a la altura de la oreja. Si, me veía horrenda.
Al terminar, todos nos dijeron que nos veíamos hermosas, Vicenta hasta lloró. 'Ay mi niña, ¡te ves tan linda!' Nos tomaron fotos, posamos y nos sentíamos divinas. Tomé mi bolero y me lo puse para llegar a la fiesta en un salón de fiestas el cual, no recuerdo cúal era. Los invitados eran nuestros compañeritos de tardeadas y todos se habían bañado e ido, los hombres a Moderatto, nosotras a Pedro Loredo, no sé las demás. Mi bolero tuvo una gran aceptación entre la concurrencia ochentera y nos tuvimos que quitar los zapatos de tacón que llevábamos, que no medían más de 3 centímetros. Pensar que ahora uso de 12. Bailamos al ritmo de 'Tú y yo somos uno mismo, uo-oooo' y a las 12:30 pasó mi madre y mi padrastro por nosotros y al salir, nos encontramos a la mamá de Laura con su tía que nos agradeció el haber asistido y para preguntarme dónde había comprado el bolero porque estaba 'padrísimo'. Si, ese bolero pasó a la posteridad. Lo guardo no porque soy nostálgica, sino porque sabía que se iba a poner de nuevo de moda. Creo que es hora de sacarlo.
Dos palabras simplemente: standing ovation.
ResponderEliminarEres una maestra en la descripción...pero el modelito se ve que estaba de la rechingada...jaja
ResponderEliminarAcá ando...
ARM
La faldita tipo flans era la onda!...me acabo de comprar una, por puritita nostalgia!
ResponderEliminarq buen post, me hiciste recordar esas tardeadas en medusas.................
saludos,
NNK
jajaja Pedro Loredo!!!
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