viernes, 20 de noviembre de 2009
Antes que rana...
Odiaba verse en fotos. Siempre dijo que su oreja derecha era más grande que la izquierda. De ahí que la mayoría de sus poses fueran de perfil. Vanidad, terrible y deliciosa vanidad. Si hubiera podido colgar cada noche su cuerpo en un gancho para no arrugarse, lo habría hecho. Un mamador agradable. Claro en sus locuras, claro en su alma. Su carácter, casi siempre con sonrisa, era ligero. Un corcho en el agua.
Lo recuerdo fumando y rompiendo la regla de los baños del Asturiano. Apenas acababa de bañarse y duro, a morder el primer cigarro con la toalla mojada sobre los hombros. Un vicioso que hasta para eso mostraba charming.
Hacía muecas raras y muchas veces se despeinaba a propósito con tal de que las nenas le dijeran que tenía un cabello envidiable. No por nada, una de sus estupideces favoritas era contar que el peluquero le decía constantemente: "¡Cómo le crece el pelo, joven!". Le resultaba gracioso. Y con el tiempo, a mí también.
El último día que David y yo hablamos por teléfono fue el 9 de noviembre. La última vez que nos vimos fue el 6 de junio. La última vez que lloré por él fue esta misma mañana. Y el llanto me viene por cualquier cosa, como recordar que siempre decía "Ulalá" cuando veía pompas esféricas en jeans apropiados.
Podría contar mil anécdotas de mi hermano, pero no puedo ahora. Me he puesto horarios para llorarle, y sé que las noches a solas son el momento indicado. Puedo gesticular el derrumbe y no cuidarme tanto, pero a oscuras esto duele, duele más. El día tiene sus ventajas, las distracciones son reales y abundan, aunque de fondo, no reparan. Soy reacio a aceptar. Extraño a David.
La única vez en que me conmocionaron en el futbol, él ayudó a colocarme en la camilla del modo más cariñosamente cavernícola, él cargó la mitad de ella y él fue el primero del equipo en visitarme. También fue quien me guardó mis zapatos de futbol y la camisa manchada con sangre. Microscópicos detalles de las amistades gigantescas.
Aunque El Terrible presumía que nuestro lazo era de ida y vuelta, para mí él fue un espíritu tutelar que florecía a voluntad y que sabía volar. Un tipo tan iluminado al que hoy le alcanza para hacerme zigzaguear entre lágrimas y risas. Cuando más le estoy llorando es cuando más risa me da recordar sus pendejadas. Por pendejadas se pierde gente, por pendejadas también se mantiene cerca y tibia. (¿Quién gasta una llamada de larga distancia para decir que un renacuajo en proceso de madurez es menos feo que cuando se vuelve rana?). Los verdaderos amigos tienen todo el tiempo del mundo, incluso para perderlo.
Me habría encantado envejecer y caminar alguna noche agarrado de su brazo como dos ancianos que juegan a sobrevivir entre medicamentos. Aunque no podrá ser, al menos me agradezco haberle dado un beso en la mejilla justo en la última tarde en que lo vi. Nunca lo había hecho. Simplemente sucedió.
Si David descansa sobre su sonrisa, estará muy cómodo. Le pido a Dios que así sea, porque muchas veces, y de muy diversos modos, salvó mi vida. Por eso, hoy aviso de la partida de un ser decente, feliz e incandescente. Extraño a mi hermano.
Y sí: el renacuajo que por vanidoso no quiso llegar a rana, tenía la oreja derecha más grande que la izquierda.
Nunca se lo dije.
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De joven uno siempre se imagina en su vejez. Pero cuando algo así sucede, nos queda el placer de recordarlo en su plenitud, tan vivo e intenso como pudo ser. Un gran abrazo.
ResponderEliminarTe lo dije algunas veces Inphi: Siempre los vi como hermanos muy alegritos por cierto. El amor de por medio no se apaga y menos como hablas de él y él hablaba de ti. Soy testigo fiel.
ResponderEliminarPd: nunca hay que dejar de decirle a alguien lo q uno siente
ResponderEliminarIrreparable, pero inolvidable. Eso es lo más importante
ResponderEliminarTRIBUTO EXCELSO, COMPADRE
ResponderEliminarDECIA NACHA POP QUE EN ESTE MUNDO DESCOMUNAL SENTIMOS NUESTRA FRAGILIDAD Y ES COMPLETAMENTE ALGO VERDADERO. HAY QUE PASAR SIN MIEDO Y TRATAR POR TODOS LOS MEDIOS DE SER FELICES DE LUNES A DOMINGO, SIN EXCEPCION.
ResponderEliminarNo tengo palabras.....
ResponderEliminarTe lo dije ayer y hoy lo comparto. Es justo como debías describirlo, que la nostalgia conmueva hasta las lágrimas es normal, pero que la risa y los recuerdos te hagan más llevadero el momento es lo mejor y debo decirte que tu relato es el ejemplo de cómo recordar a un gran amigo, entre la risa y el llanto.
ResponderEliminarNo lo conocí pero lo hice un poco a través de ti, su blog y sus comentarios que siempre me divertían.
Sabía que escribirías de él y el destino te dio la pauta, que mejor que el tema de la semana y ser tú quien la cierra.
Mi renacuajo y yo te mandamos un fuerte abrazo.
Me acabo de romper
ResponderEliminarAquí es cuando uno normalmente piensa: Este tipo de cosas no deberían de pasarle a la gente buena!....pero sólo Dios sabe cómo, cuándo y por qué.
ResponderEliminarLo único que puedo decirte es que atesores el echo de que David en algún momento se cruzó en tu camino y se quedó, temporalmente mientras estuvo aquí, y para siempre en tu memoria y corazón.
Qué chido poder acordarte de alguien tan querido, con una sonrisa.
Allá donde esté, seguro él hace lo mismo al acordase de ti ;)
hecho :P
ResponderEliminarsorry por los dedazos, ja!
Pese al duro momento, qué post tan cabrón
ResponderEliminarUn chorcho en el agua, me gustó eso. Abrazos, amigo, sé que fue difícil escribir esto para ti, pero quedó muy bien.
ResponderEliminarcorcho, chorcho es un short, jajaja, no sé escribir
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