jueves, 19 de noviembre de 2009
Un día cualquiera
Bien dicen por ahí: ten cuidado con lo que desees porque se te puede cumplir. Y pues por andar de hocicón diciendo que los viernes era muy difícil escribir y tanto gasto de huellas digitales en quejas y lloriqueos, que me castigan y hoy me aventaron al ruedo en jueves para completar el desgarriate que comenzó el lunes el buen Chanfle dejándole su día a Miranda. Luego Olis en una onda muy alemana, consensuó consigo misma y que se adelanta. Total que ya no escribí el último día, sino que mi último día para escribir fue el miércoles, es decir que en el Korova se abrió la caja de Pandora, y afortunadamente no salieron Maite, Isabel y Fernanda echando gorgoritos con el consabido y sentido verso de “Cómo te va mi amor”, sino un orden desordenado de posteadas.
La cosa bonita, la cosa inesperada, la cosa abrupta de los cambios de último momento me puso a pensar en onda olla express, es decir tratando de cocinar las ideas en fa, y con aquello del último día, las imágenes en mi mente siempre eran las ventas de fin de temporada de tiendas departamentales, las fechas límites para renovar el IFE o el día de entrega del trabajo final de biología en la secu, pero un infausto suceso de pronto me pegó como un martillo en la cabeza.
No quiero ahondar mucho en el cómo o en el por qué, no me corresponde, pero un buen amigo de este espacio no alcanzó a leer el tema de esta semana y ya no podrá seguir a su querido Inphi.
Como para morir el único requisito es estar vivo, debería ser para todos muy natural que de pronto algún amigo o familiar se vaya al otro barrio, pero no es así. Es schockeante, y ahora más que nunca, “Terrible” que las putadas del destino corten de tajo una vida.
Lo de David me puso de golpe en la tierra y me hizo cuestionarme: ¿qué haría yo si supiera que hoy es el último día de mi vida?
Lo primero que pensé y para ser muy franco, es que me aterrorizaría, me congelaría y posiblemente así se me iría toda la jornada y el resto de mi existencia. También es muy posible que me diera un infarto y me le adelantara al sino que de por sí ya había pintado mi raya, pero suponiendo que estuviera en plenitud de facultades y encontrara la serenidad para planear mi último día, definitivamente trataría de convocar a todos mis familiares y amigos queridos para una pachanga que iniciara a las 6 de la tarde y que finalizara justo a las 12, cuando La Parca y yo llegáramos a la cita.
En esa fiesta bebería, bailaría y charlaría con todos y recordaríamos las aventuras vividas.
Antes de eso, antes de despertar por la madrugada tendría una sesión larga y acompasada de caricias y amor con mi Cyn, porque nadie me asegura que haya sexo en el más allá con eso de que luego me salen muy mochos en los cielos. Acto seguido (nunca más adhoc que ahora) me iría al parque con Ari y Darío, me subiría a los juegos mecánicos y les compraría un helado. Los besaría cuantas veces pudiera, los mimaría y abrazaría hasta causarles rechazo. De ahí al cine, hartas palomitas, refresco gigante, otros helados. Como si tuviéramos siete panzas como vacas, nos iríamos los cuatro a comer tacos Manolo o una Pizza Richie de camarón o tal vez tacos estilo Ensenada al restaurancito Cámara Camarón.
Más tarde la fiesta y cuando tuviera que acabar acabaría, y yo partiría ocn una sonrisa en la boca.
Lo que acabo de describir es un sábado cualquiera de mi vida (salvo por la fiesta con todos mis amigos y el encuentro con La Huesuda) y así, de simples y llanos, quiero que sean todos los últimos días de mi vida, todos y cada uno de ellos, los que tengan que ser, los que me toquen.
David persiguió la felicidad hasta el último de sus últimos días, creo que aún sin conocerlo a fondo, al irse ya la había alcanzado y estaba instalado en ella, aún así, este blog ondea su bandera a media asta.
¿Y tú cómo vivirías tu último día?
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Por alguna razón esta última noche que ya se está haciendo madrugada ha sido menos "atroz" y tu post ha arrancado risas por el cagadísimo inicio.
ResponderEliminarSí, el destino a veces es caprichosito. O será que nosotros vivimos hibernando muchas veces. Quizá más de lo debido.
Los lectores son el sentido y razón de este espacio colectivo. Cuando falta uno de ellos, no alcanzan las palabras. Y aún en ese silencio hondo, tú puedes hilar un texto impecable.
ResponderEliminarA media asta.
Vale que el korova se vuelva lunático al menos una semana. A mí sí me gusta eso
ResponderEliminarDavid debe tener unas ganas TERRIBLES por firmar nuestros blogs, debe estar cargado de risas y llantos al mismo tiempo. Segura estoy que, con eso de que pensaba que nadie lo leía, jamás imaginó que muchos le dedicaríamos unas palabras y muchas lágrimas.
ResponderEliminarHe hecho tantos planes para mi funeral, y ninguno para mi último día...
ResponderEliminarEn realidad, ninguno de esos dos momentos se controla. Así que habrá que vivir como esos sábados.
GENIAL, SIMPLEMENTE GENIAL POST. TAMBIEN ME HA GUSTADO EL CAMBIO DE DIA, CREO QUE A FIN DE CUENTAS LE DIO FRESCURA Y SENSACION DE SORPRESA A TODO.
ResponderEliminarme has dejado con ganas de llorar.
ResponderEliminarExcelente de verdad. Muy sentido
entrañable
ResponderEliminarempecemos a valorar a la gente que tenemos cerca
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