viernes, 9 de octubre de 2009
¿No que eras mexicano?
Definitivamente no tengo cara de otra cosa que no sea mexicano. Desde un helicóptero se me puede ver el nopal en la cara, sin embargo no han faltado los despistados que me han confundido con gente de algún otro país.
Recuerdo una vez en Phoenix en el taxi que me llevaba al aeropuerto a una acolchonadita señora, algo así como una Mercedes Sosa hace unos 20 años (por cierto a la amada Mercedes perfectamente pudieron haberla sepultado dentro de una reproducción de dos metros de diámetro de un huevito kínder porque su estado ya era esférico) pero esta era rubia, sajona y muy pizpireta.
Dicha gringuita masticaba con cierta dificultad pero mucha gracia algo de spanglish, pero desde que me subí a su coche me miró por el retrovisor con curiosidad.
- ¿De dónde erres?
- Mexicano, respondí un poco extrañado porque Phoenix parece Neza de tanto mecapalero que te encuentras en las calles.
- Es que mi hombre es mexicano y no es como tú, replicó mientras manejaba con el volante clavado en el ombligo y el brazo izquierdo descansando sobre la ventanilla.
- Le puedo asegurar que el 90 por ciento de los mexicanos son como yo, le dije, pero me contestó....
- No, yo conozco muchos, a mi marido, y no se peinan como tú, ni hablan como tú, ni se comportan como tú.
Ya intrigado le inquirí: -"¿pues cómo es tu marido?", y me describió a un sujero parecido al tipo que mató a Agustín Jaime, en el corrido de Piporro, es decir, "Ceja poblada, bigote caido, patilla larga, no le hagas confianza, no es de fiar"
- "Es chaparrrito (así con triple erre), no muy moreno, de bigote, patillas largas, viste como cowboy y es gordito".
- "No pues seguro su marido es norteño o de occidente, pero no dista mucho de lo que soy yo, en un estereotipo general, ¿no?".
Pero cuando le dije eso me echó un aleteo de pestañas por el espejo, que de no ser por su kilocentenaria humanidad, juraría que se habría aventado un brinco al asiento trasero y habría parecido la princesa Leia en manos de Jabba.
Atribuyo el exabrupto de la ruletera de Arizona a que los paisanos que andan por allá son más bien del tipo campirano, machos muy bragados, desnalgados, con gran hebilla y troca o de plano de los quee traen tenis desamarrados tres tallas más grandes que la suya, camiseta de algodón blanca semicubierta por una camisa de algodón de tipo leñador, abotonada solamente en la parte más alta del cuello, porque ni soy sajón, ni blanco ni nada, sino nariz de chile relleno, greñas lisas como agujas y color de la raza de bronce a mucha honra.
No mucho tiempo después en Madrid comprobé que el genotipo azteca no está muy claro en todo el mundo. Paseaba con unos amigos por la Gran Vía, y nos paramos a charlar en una banca. Luego de un par de minutos, vi acercarse con el sigilo torpemente perceptible del Chapulín Colorado a dos hombres y una mujer. Vestían como alguien que no sabe tomar la decisión de qué ponerse, es decir parecía absolutamente planeada la gorra de beisbol y los tenis blancos nuevos de uno de ellos, así como las zapatillas de tacón bajito y el vestido aseñorado de ella que no pasaba de los 30.
Cuando según ellos no me di cuenta, dieron tres pasos a la carrera y me rodearon en la banca. "Policía de Madrid, mostradme tu carné", dijo uno con cara de Miguel Ríos, que como los otros dos, abrió y cerró en un movimieento su credencial.
Como quien nada debe nada teme, saqué mi cartera y le mostré mi credencial de elector, pero no sirvió.
- ¿De dónde sois?.
- México. Esa es la identificación oficial.
Como 20 segundos después de tenerla a tres centímetros de sus ojos, la mujer se la arrebató, y la vio con cara de que había olido caca.
- Esto no sirve, ¿cómo sabemos que no eres chileno?
- Ahí dice que es un documento mexicano, y ¿qué hay de malo es ser chileno?
- Los chilenos vienen acá a delinquir o de ilegales, necesitamos ver tu pasaporte.
- Pero, yo no parezco chileno, parezco mexicano.
Le expliqué que no salía con él para que no se me perdiera, ya que llevaba un mes en Europa, no les satisfizo y le tuve que pedir a mis amigos que fueran a su casa por mi pasaporte que estaba en mi maleta. Mientras esperaba, los gendarmes vestidos de civil, los varones, se relajaron un poco, pero sin dejar de custodiarme comenzaron a interrogarme.
- ¿México?, ¿Y qué haceis allá?
- Soy periodista.
- Entonces, ¿Venisteis a hacer un reportaje de política a España?
- No, soy periodista de deportes, pero no vine a trabajar, estoy de vacaciones.
- ¡Ah, de FUTBOL!, ¡Hugo Sánchez, el más grande delantero del Madrid!, ¿Lo conoceis?, ¿Estás para hacerle una entrevista?
- No, estoy de vacaciones, él ya no juega.
- Macho, deberías de portar tu pasaporte, que es importante, me ilustró.
La platica de machines se tornaba casi de camaradas, aunque mis interlocutores no parecían entender el término "vacaciones", hasta que la detective, interrumpió queriendo cogerme (así dicen por allá) en una mentira.
- Pero, ¿cuánto llevas aquí?
- Un mes.
- ¿Y en un mes ya te has echado una novia? Demasiado rápido, ¿no?
Con esa pregunta creía que confesaría que efectivametne era un chileno delincuente y que tenía tres años de ilegal, una esposa, una amante, y tres hijos madrileños, pero más bien despertó el alma cotillera de sus secuaces.
- Claro, es que lo extranjeros se lian con tías muy fácil, a nosotros no nos hacen caso y tenemos años de soltería, pero ellos llegan y las tías los prefieren, dijo el falso Ríos.
- No es justo, con nosotros se portan ¡de una manera!, remató el que era como la ficha verde de Parchís.
- Jooooo... Que lo que yo digo es que se ve que lleva más tiempo acá, regañó la policía a los cómicos involuntarios.
- Escuchen, -imploré-, No es mi novia y ya les dije que soy mexicano y tengo un mes aquí.
- Claaaaaaaro, dijeron en coro.
Mi amigo y mi amiga regresaron con el pasaporte, porque su piso en Chueca estaba muy cerca, y se los mostré pensando que ya no tendría que dar más explicaciones pero, el falso Ríos me salió con ésta:
- ¡Mira nada más! ¿No que mexicano? Aquí dice Estados Unidos...
- Es que el nombre oficial del país es Estados Unidos Mexicanos, le dije ya desesperado.
- Que acá sólo sabemos de Estados Unidos y no es México.
- Deja verlo que nunca he visto un pasaporte mexicano, le arrebató la mujer al Ríos, luego lo hojeó y como descubriendo al asesino de "Seven" gritó, mientras me restregaba en la cara una hoja del documento: "Yuniated Esteits, ¿no que eras mexicano?".
Suspiré, cerré los ojos y giré la cabeza para no decirle "Peeeeeeen..." y le aclaré: "Esa es la Visa para entrar a Estados Unidos". Oooooooooh, Aaaaaaaaaah, mugieron antes de ver que tenía razón y me devolvieron mis papeles, no sin antes despedirse con dos frases que me hicieron pensar que ni los gallegos ni los nativos de Lepe son el primer peldaño en la escala evolutiva de los IQ's.
- En España no necesitamos visa para ir a Estados Unidos, dijo el Ríos como la Chilindrina cuando se peleaba con el Chavo y le presumí a que ella sí tenía papá, pero la policía me hizoirme para atrás como Condorito cuando remató: "Cuida tu pasaporte y no salgas con él, no te lo vaya a robar un sudaca".
Definitivametne no es que yo tenga cara de ser de oto país, hay gente cuyos esterotipos son sacados de una caricatura de Warner Bros.
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De de la nacionalidad por estereotipos podría hacerse una enciclopedia.
ResponderEliminarEn una época me dio por enseñarle a mis hijas corridos de Piporro. Tal vez lo retome, con el plus de Chava Flores, como mini cátedra de sociología.
A mi (y no sólo a mi) tus cierres me parecen geniales.
Final de semana más que placentero. Eres como el cheesecake que deja a todo mundo complacido.
ResponderEliminarJjajaja, como la ficha verde.
No mames Piiiip qué gran historia carajo!!! Y sí, los pendejos no distinguen pasaporte. Ya lo decía el buen Etzel Espinosa, la única guerra que no ganaríamos sería contra los pendejos, es que son un chingo!!
ResponderEliminarSi...no cabe duda...yo por eso hablo sola...me gusta mucho hablar con gente inteligente...!
ResponderEliminarqué cierrreeeeeeeeeee
xxx
'Ira no'mas.
ResponderEliminarO sea que los chistes de gallegos si tienen una base real, son pendejos en vivo y a todo color.
Esto denuestra que si esos idiotas nos conquistaron fue porque tenian viruela, no por capacidad de conquista.