Con la contadísima excepción del aguangamiento de lo que viene siendo el… el… el… cómo decirlo… el… digamos que “el hermano del alma, realmente el amigo” (Roberto Carlos dixit) en el momento de la verdad en el campo de batalla, no hay caída que más traume al hombre que la caída del cabello.
Símbolo de virilidad, el cabello o pelo, como le decimos nosotros sin hacerle tanto a la mamada, nos sirve de arma de transmisión de información. Con el pelo proyectamos si somos formales o informales, si nos vale madres la vida o nos importa cada momento y hasta si la noche previa dormimos solos o acompañados.
Tengo 27 años, y se me ha caído el pelo durante los últimos 3… y hace varios meses que ya ha dejado de agobiarme. Porque de repente tienes 24 y un día te metes a bañar y ¡quióbole!, ves que tras la rascada de coco se vienen contigo una pandilla de pelambres y no es normal. ¿Estaré enfermo de algo? ¿Habré comido algo podrido? ¿Será un castigo divino? Oh Dios, pero si sólo tengo 24 años…
(Y PapaDios te responde desde las alturas: Sí pendejo, pero llevas 14 poniéndote en la cabeza cuanta porquería se te cruza en el súper, que no son más que combinaciones químicas casi nucleares, y tú quieres tener el pelo rozagante como si tuvieras 14)
Oquei jefe, nomás no te encabrones…
Entra una etapa en la que comienzas a preguntar por los remedios y menjurjes de la tía Basilisa, con tal de que no se te caiga el pelo. O ya de plano el Folicure o las demás chingaderas que venden en la tele, que nomás huelen peor que mierda de mandril y no sirven para un carajo.
Yo vengo de dos familias cuyos varones presentan, de un lado entradas tan vastas como las de Periférico a la altura de Mundo E, y del otro calvas tremendas desde tempranas etapas de la vida.
Para acabar pronto, mi abuelo Afif era una galanazo MauricioGarcés type, pero usaba peluquín desde sus mid 30’s. De chavito siempre me preguntaba porqué el look de mi abuelo siempre cambiaba tanto en las noches, con respecto a las tardes en las que iba a jugar dominó. Y hasta mi adolescencia fue que un día descubrí lo que parecía una rata abrazando un coquito en el baño, e inmediatamente fui a preguntarle qué chingados era el tupé en cuestión.
Mi abuelo, vanidoso por excelencia, me confesó que ponerse peluquín era la peor pendejada de su vida, porque era un auténtico fandango ponérselo diario, y ya no tenía los huevos para arrancárselo y volver a mostrar la pelona.
Actualmente yo estoy lejos de estar calvo y mucho menos pelón, pero pues sí me considero miembro orgulloso del F.A.P. (Frente Amplia Progresista). Cada día que tiendo mi cama, veo uno que otro peluche en mi almohada y pienso que si el destino quiere que yo maneje el look Vince Vaughn, por algo será. Para combatir la caída del pelo, no tengo más que el pastito que se queda arriba, que cada vez será menos pero es mío.
A final de cuentas, prefiero que se me caiga el pelo, a que se me caiga el… el… carajo… el… el orgullo. Lo único que nunca se pierde.
Yo apoyo tus facetas capilares y el resultado de las negociaciones estéticas con tu herencia. Nomás -todo sea para preservar el buen nombre del Korova- no vayas a aplicar la mecha larga onda queso oaxaca, por favor.
ResponderEliminarSi poco a poco te acercas al look del maestro Lapuente, está el camino de la boina o el de coco frío, pero siempre con dignidad. Por causa del estrés yo padecí grandes y ahora padezco mucho menos de agujeros en el cuero cabelludo, que parecen mordidas de burro. Lo importante es, como bien dices, no hacerle caso al tema y hasta pelo te vuelve a salir.
ResponderEliminarUno puede perderlo todo, menos,,,,,,,,
ResponderEliminarLa dignidad mi Carrillo, LA DIGNIA'!!
ResponderEliminarMi padrastro tuvo a mal en ir a Bosley y de la nada, un día, apareció con tremenda cabellera. Desde entonces tuvo el mote de 'El greñas', puesto por su yerno Alfonso...tú dirás...
Soy orgulloso miembro de FAP comenzando a la tierna edad de los 23.
ResponderEliminarLa verdad nunca sentí trauma alguno por la posibilidad de quedarme pelón ya que también la herencia por ambas partes de la familia estaba gruesa.
Probé varios ungüentos y lociones por no dejar sin éxito.
Hoy día soy bien feliz rapándome al menos cada dos semanas.